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El Tigre cae ajeno a debates ridículos

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La segunda jornada del World Golf Championship Accenture Match Play ha quedado marcada, sin duda, por la eliminación de Tiger Woods por 4 y 2 a manos de un soberbio Tim Clark…

En realidad, no debería ser tan sorprendente que un deportista, por más grande que sea, no consiga ganar después de pasar ocho meses sin competir a causa de una grave lesión de rodilla. Pero es tal el aura de Woods, han sido tales y rutilantes sus éxitos, tan especial su determinación para sobreponerse a los obstáculos, que aún nos frotábamos los ojos al verlo tambalearse en el hoyo 16, rendido a los pies de un menudo y feroz guerrero.

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Tiger Woods, durante su partido con Tim Clark ayer

El debate acerca de si debía o no regresar en un torneo de match play es una soberana memez, siempre y cuando contase con el visto bueno de los médicos, como así parece. Porque sin el alta médica, ni match play, ni medal, ni nada. Estaríamos hablando de una imprudencia y punto. Pero no ha sido el caso.

Algún cerebro muy ordenadito, muy aseadito, defiende que seguramente se estaba probando o, si no es así, se ha equivocado poniéndose a prueba en match play, donde un mal día, o un día no tan bueno pueden dejarte fuera.

¿Una equivocación? ¿Por qué? ¿Por salir a competir sin estar convencido al ciento por ciento de ganar? Señores: está muy bien que Tiger no sea tan calculador (ordenadito, aseadito…) por más icono que sea. Es un deportista. Se pone retos, los persigue y los cumple o no los cumple. Así quiere sentirse.

Aspira a ganar al menos 19 grandes, persigue el Grand Slam, sí, pero en el día a día, funciona como cualquiera: retos, retos, retos… Cada uno los pone donde puede. Y donde quiere. Él quería ganar el Accenture para dejarnos a todos de nuevo con la boca abierta. Quería jugar de nuevo a ser un dios del deporte, precisamente para sentirse hombre. Tocar de nuevo el cielo con los pies en la tierra.

En el hoyo 14, después de ganarlo embocando desde el bunker cuando el marcador estaba ya en un más que peligroso tres abajo, y en el 15, a punto de hacer par después de mandar su primer drive al desierto y tener que regresar al tee para pegar de nuevo a green (es un par 4 corto, al que se puede llegar desde el tee), en esos dos momentos se sintió de nuevo el Tigre. Ganara o no el reto. Valió la pena vivirlo.

 

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Tim Clark, tras embocar un estratosférico putt ante Tiger

 

Como valió la pena disfrutar de Clark: valiente, listo, competidor sin igual. Gran pateador, especialista del juego corto… Un prodigio de determinación. Una versión de Harrington en el campo de golf (por su manera de agarrarse a la hierba: es más simpático, menos tieso…), pero en sudafricano y en bajito. Un tipo que anda como un pingüino y de todos modos va sobrado, sin complejos, natural. Un swing extraño, pero eficaz. Gloria a Tim.

Jiménez cayó con las botas puestas. Faltaron birdies. El remate, las guindas. Nada puede reprocharse. No bajó los brazos tras el gran comienzo de Villegas (cuatro birdies en los primeros cinco hoyos). Aguardó su oportunidad, pero no estuvo inspirado en los escasos momentos en los que el colombiano entreabrió alguna puerta…

Mañana repasaremos con tranquilidad la apasionante tercera jornada que nos espera. El mundial match play no ha sido propicio para los españoles, pero la vida sigue y el golf no digamos…