Habíamos quedado en que Alvaro Quirós es un joven profesional del golf que aspira a disfrutar del día a día, exigiéndose, por supuesto, pero con la misión de esquivar la angustia y la ansiedad…
Este pegador estratosférico (insistimos…) pertenece a una pujante generación de excelentes jugadores españoles mayores de veinte años y menores de treinta que quieren hacer historia, que aspiran a ganar y que ya lo están haciendo (Gonzalo Fernández Castaño ya tiene dos victorias en el circuito, Alejandro Cañizares, Alvaro, José Manuel Lara, Pablo Martín Benavides…), espoleando además a otros compañeros que llevan más tiempo y a otros igual de jóvenes que ellos que también quieres estrenarse. Un panorama espectacular. Le preguntamos a Quirós si asistimos a un nuevo ‘boom’ del golf profesional español. “Es verdad que hay una remesa muy buena y de jugadores muy jóvenes con mucho tiempo por delante. A lo mejor hace unos años había también otros, pero quizá les costaba más llegar y ganar, como está pasando ahora. En ese sentido quizá sí se puede hablar de un ‘boom’. Lo que pasa es que el golf es muy complicado… Esto es un deporte individual y nadie te puede asegurar que todos vayamos a ganar o que vayamos a estar ahí arriba siempre… Esto no es como el fútbol, donde se puede vivir más de las rentas en un mal año, escondiéndote entre comillas en el equipo”.
Y llega la hora de definirse. “Soy consciente de mis limitaciones. Soy irregular y agresivo. Si estoy para ganar puedo ser peligroso, pero si me veo a mitad de tabla a veces me dejo llevar, como si me exigiera siempre ir a ganar. Mi drive es muy fuerte y yo diría que bastante recto para lo fuerte que pego a la bola. Lo peor de mi juego quizá sea el putt. La verdad es que no hago muchas veces tres putts, pero sí hago dos putts en demasiados hoyos. Se puede decir que no soy muy malo con el putter, pero sí un poco pobre, aunque luego, como le pasa a todo el mundo, esto va por rachas”.
En 2003 Alvaro se puso a las órdenes de Pepín Rivero, un histórico de nuestro golf. No es posible hablar con Quirós sin que Rivero aparezca en la conversación… Su relación es más bien de amistad. “Pepín dice que le doy a él demasiada importancia, más de la que tiene, pero no es así. Él es una parte importante de mi juego. La verdad es que técnicamente no hacemos muchos cambios, aunque también trabajamos ahí, claro, pero quizá es más importante la parte psicológica, porque con él he madurado en muchos aspectos. Hablamos, comentamos, nos escuchamos mutuamente… Él no me impone nada y yo no hago nada o no cambio nada si no estoy convencido, pero se lo digo y él me escucha y lo llevamos muy bien”.
Y volvemos al principio, al título de este reportaje: ese joven jugador que aspira a vivir cada minuto agradecido a lo que tiene, a lo que vaya llegando. Volvemos porque Alvaro tiene un modelo muy cercano que le inspira continuamente esa idea: Miguel Ángel Jiménez. “Es que le ves ahí, con su puro, disfrutando del golf casi en cada golpe… Da gusto verlo porque enseguida te das cuenta cómo disfruta la vida, agradecido por lo que tiene”. Jiménez no es su único referente. Hay otro ‘mónstruo’ del golf español que también le impresiona y al que también admira profundamente: José María Olazábal. “Ahí está su historial en el golf, dos veces ganador del Masters, pero es que además el segundo lo ganó después de sufrir una lesión muy dura. Y eso de volver, trabajar duro y ganar un Masters es muy fuerte… Y sobre todo, por su caballerosidad, conocida y respetada por todos los profesionales”.