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La apasionante experiencia de jugar en Las Vegas

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NOMBRE: Miguel Durán

CAMPO: Resort de Golf de Pauite (Las Vegas)

CUÁNDO: Junio 2004

QUÉ PASÓ…

El resort de golf de Paiute http://www.lvpaiutegolf.com/, a media hora del centro de Las Vegas, es uno de los más celebrados de Nevada, y eso que en esta turística zona hay abundancia de opciones donde elegir.  Sus tres recorridos (Snow Mountain, Sun Mountain y Wolf) son una maravilla y proporcionan la incomparable experiencia de jugar rodeado de paisajes desérticos impresionantes, como salidos de tu “Western” favorito. 

Este día en particular jugué el recorrido Sun Mountain, en compañía de dos colegas de trabajo americanos. Nos encontrábamos en Las Vegas en una feria y decidimos extender la estancia con un día de ocio. La mayoría optó por tentar a la suerte en los casinos, pero nosotros tres optamos por practicar nuestro deporte favorito (en principio parece claro que nuestra opción es más saludable, pero hay teorías sobre cuál de ellas, juego o golf, ha destruido más familias). 

Como final del día alguien del grupo, a través de algún favor, consiguió reservas muy difíciles para cenar en un restaurante espectáculo. No madrugamos, ya que el día anterior la noche no había terminado precisamente pronto. Corría el principio del mes de junio y el día era realmente caluroso, así que cuando llegamos al tee del 1, el sol del desierto ya apretaba, hasta el punto de que al salir te proporcionaban toallas empapadas en agua y provisiones abundantes de hielo en cada carrito. 

A pesar de todo, la perspectiva era magnífica: un día de golf redondo en un campo espectacular, tiempo de sobra para tomar unas cervezas, ducharse y volver al “Strip”, a rematar el día con una gran cena. Los hándicap de mis compañeros de juego eran inferiores al mío: 12 y 15 los suyos, 20 el mío.  En principio no hubo ninguna apuesta y, durante los 9 primeros hoyos nos limitamos a disfrutar del día y el campo… y del carrito bar que nos visitaba frecuentemente. 

En USA hay más costumbre que en España, al menos en mi experiencia, de beber alcohol durante el juego; nosotros tendemos a esperar al hoyo 19, aunque éste lo solemos prolongar hasta la saciedad. 

En el hoyo 10, uno de mis compañeros propuso una apuesta por hoyo que, en principio, parecía bastante inocente.  Sin embargo, los hoyos fueron pasando, empatamos cada uno de ellos y la apuesta se iba acumulando, de manera que cuando terminamos el hoyo 18 el bote, sin ser exagerado, ya era algo que no apetecía dejar colgando; se imponía un desempate.  Teníamos tiempo, el campo estaba medio vacío… allí fuimos: un hoyito de desempate.  El problema fue que empatamos otra vez… pues habrá que jugar otro.  Hoyo tras hoyo seguimos empatando, el bote acumulándose y el marshal cabreándose y amenazando con cobrarnos un green fee extra. 

Finalmente, el entrenamiento de jugar en agosto en la meseta con cuarenta y tantos grados y mi preparación durante años de cerveceo intensivo, se impusieron al mejor juego de mis compañeros ¡en el hoyo 29! ¡Empatamos cada hoyo desde el 10 hasta el 28! 

Lo demás es fácil de imaginar: tuvimos que pagar extra, llegamos tarde al espectáculo, nos quedamos sin cenar y el bote conseguido me voló apostando.  Pero vaya si mereció la pena.