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Menos lloros

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NOMBRE: Vicente Díaz

CAMPO: Real Club de Golf de Sevilla

CUÁNDO: verano 2007

QUÉ PASÓ:

Soy de Alicante y el pasado verano, de paso por Sevilla en vacaciones me fui a jugar al Real Club. Estaba en la típica época de desánimo con el golf: no mejoraba de ninguna manera y me había empeñado en pensar que tenía muy mala suerte y que, incluso cuando jugaba bien no obtenía buenos resultados…

Pero en el hoyo 3 del Real me pasó algo que aún hoy recuerdo para mirar las cosas con otra filosofía. Este hoyo es un par 3 cuesta abajo de unos 150 metros desde amarillas, creo recordar, con un lago que defiende todo el frontal del green, esto lo recuerdo perfectamente. La bandera estaba corta, cerca del agua, y después de elegir palo pegué un buen golpe, con buen ritmo, sin nervios, pero la bola rebotó justo en el pequeño murete que delimita el lago, volvió hacia atrás y se fue al agua. Dos palmos más y la habría dejado casi en bandera, porque la línea era perfecta.

Otra vez me maldecía: "lo ves, lo ves, pego un buen golpe y al agua…". Entre lamentos dropé antes del lago y me dispuse a cruzar el agua con mi sand. Mucho más nervioso pegué un mal golpe, dando por detrás a la bola, que evidentemente se iba a quedar corta, otra vez en el agua. Pero no, llegó hasta el mismo murete de madera de antes, golpeó en un borde y salió disparada hacia arriba, cayendo a unos nueve o diez metros del hoyo, pero en el green. Mucho más contento saqué el putter. Tenía un tiro largo y totalmente en cuesta abajo, muy complicado. La pegué demasiado firme, calculando pésimamente la distancia y la fuerza. Teniendo en cuenta la cuesta abajo, esa bola estaba destinada a pasarse unos cinco metros el hoyo, pero ante mi sorpresa cogió la línea buena y entró por todo el centro con cierto suspense, tras rebotar con violencia en la pared del fondo del hoyo… Hice un 4 muy digno y, en realidad, con mucha suerte.

Creo yo que la conclusión de todo esto se la acaba repitiendo todo el mundo que juega al golf cientos de veces: este deporte es así y, a menos que seas profesional, conviene no darle muchas vueltas para no volverte loco.