NOMBRE: ÁLVARO GALMÉS
CAMPO: RACE (Madrid)
CUÁNDO: Domingo 7 octubre
QUÉ PASÓ…
Como soy muy malo, tengo que pasar muchas horas en el campo de prácticas…
…Esto tiene la ventaja de que sueles estar solo, lo que te evita enfrentarte a los amigos a los que la noche anterior les has dicho que tienes el hándicap desfasado… También ayuda que el resto de practicantes funcionan como público potencial y sólo miran cuando das un golpe bueno, que serán pocos pero haberlos haylos.
Suelo ir a dar bolas al RACE en Madrid, cuyo campo de prácticas es más bien pequeño, con dos alturas para practicar (hay una tercera pero siempre está cerrada, sería peligrosísimo que me dejaran dar bolas a mí desde allí), 250 m de fondo con una red al final, todo bastante normal, sin embargo tiene algo verdaderamente especial y que lo hace tremendamente atractivo: sus profesores. Creo que no existen sainetes sobre el golf pero si existieran estarían protagonizados por estos profesores del RACE. El perfil es claro: chuleta madrileño con una edad rondando los 60, con una experiencia increíble, pues a pesar de los millones de swing desastrosos que han visto, conservan la paciencia del santo Job, y que a la vez tienen la misma impaciencia y frescura por ver de una vez un swing bueno a su alumno. Lo que sí han adquirido con el tiempo, aunque indudablemente tiene que tener un componente innato, es la verborrea. Cuando veo a uno de ellos intento ponerme lo más cerca posible, sé que eso va a limitar mucho mi práctica, pero uno al fin y al cabo ha ido a divertirse.
Contare únicamente lo que escuché el fin de semana pasado que tuve la suerte de estar al lado de una clase con dos alumnos, un padre y su hijo. La clase empezó con la habitual bronca a los alumnos por llegar tarde, pero lo mejor estaba por venir. Después del calentamiento yo estaba intentando que la bola con la madera tres no me volviera como si fuera bumerán, cuando escucho y creo que es textual: "tu padre y tu sois los dos peores alumnos que tengo, ¡qué cabeza más dura tenéis!" Nunca pensé que la madera tres pesará tanto, casi no la podía mantener en el aire de la risa que tuve que aguantar. Ante el espectáculo que se avecinaba decidí que era más seguro probar con el approach… Todo se desarrollaba entre golpes malos míos y chascarrillos del profesor, hasta que el pobre padre en un esfuerzo de humildad dijo: "es que al levantar el palo hago mal el quiebro de muñecas y por eso sale mal el swing", a lo que el profesor le espetó: "haces esto y otras 1000 cosas mal, ¡por eso te sale tan mal el swing!". Ante esa exhibición de delicadeza y comprobando la sonrisa del alumno al escucharlo, decidí sentarme cómodamente en la moqueta y pasar el resto de la mañana cumpliendo el objetivo que me había marcado: disfrutar con el golf.
Creo que existen en otros muchos clubes de España profesores como estos, son los que han enseñado a jugar a nuestros padres, a nuestros hermanos mayores y ahora a nosotros. Quizá las nuevas generaciones de profesores tengan otra experiencia, más compleja, pero si tiene la suerte de ir a practicar, y a distancia los identifican, acérquense a pasárselo bien con el golf de otra manera.