La anécdota tiene su miga. El protagonista es Jon Rahm, ocurrió el pasado 6 de septiembre y define perfectamente la ambición del jugador vizcaíno a sus 19 años.
Los organizadores del Mundial Amateur de Japón organizan una cena de gala por todo lo alto. Es el día para hacerlo. Las chicas acaban de terminar su campeonato y los chicos están recién aterrizados en Karuizawa. Aún no han disputado ni una sola ronda de prácticas.
Es una cena multitudinaria. Entre jugadores, capitanes, entrenadores, federativos, árbitros y organizadores se juntan en el salón alrededor de mil personas. Tras los postres se pasa a un salón diferente para seguir con la fiesta. Hoy sí se levanta la mano. Las chicas han terminado el torneo y los chicos ni siquiera han empezado.
La delegación española de la Federación se marcha después de la cena y allí se quedan los jugadores. Sin embargo, nada más llegar al hotel, cuando todavía están despidiéndose y organizando las cosas para el día siguiente, y aún en la puerta, aparece un autobús del que se baja Jon Rahm.
La presencia del jugador bilbaíno sorprende al presidente de la Federación Española, Gonzaga Escauriaza. “Hola Jon, qué pronto has vuelto al hotel, ¿no?”. Su respuesta es inmediata: “presidente, yo he venido aquí a ganar el Mundial”. Después, se marchó a descansar a su habitación.
Evidentemente, Rahm perseguía el oro por equipos, un éxito que aún no ha podido conseguir España. Finalmente ha sido bronce, pero su huella ha quedado marcada en la historia con su título individual con récord incluido. “Estoy a punto de echarme a llorar porque Nicklaus es mi héroe”, señaló tras recibir el premio.
Además de la ambición de Rahm, hay que destacar el gran compañerismo que existe entre los chicos y las chicas de los equipos nacionales. Sirva esta otra anécdota para demostrarlo. Nada más aterrizar el equipo masculino en Karuizawa, las chicas disputaban la última jornada del Mundial. En lugar de marcharse al hotel a descansar, Rahm, Mario Galiano y Daniel Berna se fueron al campo a animar a sus compañeras y amigas. Cada uno de ellos se fue con un partido: Jon con Luna Sobrón, Mario con Noemí Jiménez y Daniel con Marta Sanz. No fue un buen día de golf, las cosas no le salieron a las chicas, pero ellos estuvieron animando los 18 hoyos, siempre apoyando, positivos, del primero al último. Un gesto espléndido que tiene casi tanto valor o más que la medalla de bronce.
