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Un día de torneo

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NOMBRE: David Martínez

NOMBRE DEL CAMPO: Zaudín

FECHA: Hace 2 semanas, jugando el Diners 

HANDICAP: 24.5

 

Ocurre que, a veces, (aunque pocas, nosotros los handicaps altos), tenemos rachas de lo que ilusamente llamamos, jugar bien. Evidentemente no se trata de hacer pares como rosquillas (de birdies ni hablamos). Simplemente la bola va más o menos recta, llegamos cerca de green de dos, y empezamos a sumar puntos con relativa solvencia, e incluso a cumplir y jugar por debajo de nuestro HP. Eso nos lleva ineludiblemente a un estado mental de euforia, solamente comparable en su intensidad al desastre vital que supone golpear con slice y no saber cómo corregirlo.

Pues bien, en ese momento álgido, cuando creemos que sabemos, nos llega el momento de la verdad, el que estamos esperando…un Campeonato. Si, llevamos un par de semanas en una burbuja y creemos que, de verdad, es nuestro momento. Todos los astros están alineados para que por fin el golf nos devuelva todo lo invertido, nos pongamos en solfa y dejemos de ser unos emboscados. Amanece el día en cuestión. Lo primero, mirar por la ventana en busca de un sol radiante, aunque sea noviembre. Nublado. Después empieza el ritual: ducha, desayuno (o viceversa), con la intención de llegar prontito al club y dar unas bolas. Ahí estamos, en las dichosas esterillas. Hace frío. Y comienza el asunto mental, pensamientos comunes como humildad, constancia, pensar los golpes, no moverse, el grip, subir despacio, ir por dentro, recordar las clases, etc., etc., recorren nuestra cabeza…Un par de garrotazos al suelo y dos bolas sospechosamente desviadas y cortas nos hacen dudar, pero retomamos el pulso sacando de la bolsa nuestro palo de confianza, con el que damos algunos golpazos. Y comienza el recorrido. Par en el 1…bien!…No caer en tragedia desde el principio es tan importante como mantenerse alejado de los bunkers para mantener la moral alta. Así, van pasando los hoyos y, efectivamente, se cumplen los augurios. Estamos por debajo de nuestro par (a estas alturas lo saben ya todos los conocidos con los que nos hemos cruzado). De hecho, tan por debajo, que viene alguien y te dice “…con ese resultado puedes ganar, eh?…”. Cuando oyes eso, estás sentenciado. No se puede hacer nada. La cabeza se te vacía de contenido golfístico para pasar a ensoñar una serie de imágenes en las que te ves recogiendo un trofeo, el billete para la final en no sé donde, y recibiendo las felicitaciones de los amigos del club. Si a eso le añadimos que aquel cielo nublado de repente se transforma en un aguacero, a falta de 3 hoyos, para que contar…La debacle se intuye en un primer golpe a la calle del hoyo de al lado, y se constata con la primera raya del día. Y de ahí al final, una sucesión de despropósitos que nos hacen terminar uno bajo de milagro. Un llega a la casa club hundido en la miseria. Donde estaban los pensamientos de humildad hasta el final, la firme idea de pensar cada golpe, como es posible que en 3 hoyos se nos haya ido todo?…Sencillamente se ha marchado con nuestro ansiado handicap que empieza por 1, ese al que algún día llegaremos, si nuestra cabeza (y la lluvia) nos lo permiten.