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La Costa Azul: la Costa del Golf francesa

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Hay nombres que disparan recuerdos, topónimos que asociamos inevitablemente a ciertas sensaciones y que ejercen de llaves que abren ventanas a paisajes inolvidables o, en ocasiones, a la puerta del tópico. Si nos mencionan Niza o Cannes, en la mente se agolpan imágenes relacionadas con el lujo y el glamour, pero también, inevitablemente, con el cine. Sin embargo, antes de que se fundara el Festival de Cannes en 1946 y se convirtiera en la referencia artística y empresarial para el séptimo arte en Europa, por la Costa Azul ya habían pasado un buen número de literatos que aprovecharon las bondades del entorno para alimentar el fuego de su creatividad. Anton Chejov, Walter Benjamin, Thomas Mann, Scott Fitzgerald… todos disfrutaron de la Costa Azul; todos se enamoraron de su cielo mucho antes de que las estrellas empezaran a recorrer el paseo de La Croisette. Dijo Cocteau, no sin razón, que “las flores crecen en París, pero nacen en la Costa Azul”. Tampoco Matisse supo contenerse al describir lo que encontró en Niza. “Cuando comprendí que cada mañana iba a ver esta luz, no podía creer en mi fortuna”.

Pero la Côte D’Azur es mucho más que luz, arte, historia y belleza natural, y no solo es un imán para enamorados del cine o gente deslumbrada por sus estrellas. La región de Provenza-Alpes-Costa Azul es un magnífico escenario que combina mar y montaña, paisajes frondosos y playas atractivas. En ella se pueden practicar actividades al aire libre de todo tipo y condición, hay sitio para los aficionados al senderismo o al montañismo, y también para los que disfrutan con los deportes náuticos. Y, por supuesto, no podemos pasar por alto sus campos de golf.

Pese a la cercanía, en España no tenemos muy clara la oferta de golf de nos ofrece el, permítanme el topicazo, país vecino. Con más de 400.000 licencias, Francia es el tercer país europeo en número de federados solo por detrás de Inglaterra y Alemania, y a sus 630 escuelas de golf hay que sumar los más de 600 campos que se distribuyen por el país y que venden más de medio millón de green-fees anuales a turistas extranjeros. Con respecto a los recorridos galos, la celebración de la Ryder Cup 2018 va a hacer que conozcamos más a fondo el complejo de Le Golf National, sede de esta competición bienal y del Open de Francia desde 1991 (salvo en 2001, que se jugó en el Golf Club de Lyon), y, por otro lado, el País Vasco Francés ha albergado innumerables competiciones amateurs en las que nuestra cantera ha brillado (en Chiberta, Chantaco, Hossegor, Pau, Biarritz), lo que convierte esa región fronteriza en un vivero compartido por golfistas galos y españoles. Sin embargo, del golf en la Costa Azul sabemos poco.

Para paliar este desconocimiento, y gracias a una iniciativa puesta en marcha por el Comité Regional de Turismo de la Costa Azul y de la Oficina de Turismo de Francia, del pasado 30 de mayo al 3 de junio tuve la oportunidad de disfrutar de un viaje de familiarización que llevó a un grupo de periodistas europeos a conocer los mejores campos de la zona y de disfrutar de la hospitalidad francesa. Después de que Cannes se convirtiera en capital mundial del golf en diciembre de 2017 al albergar el International Golf Travel Market (IGTM), principal feria de turismo de golf mundial, estas entidades decidieron poner en marcha una serie de medidas para dar a conocer sus campos de golf y, sobre todo, la manera de comercializarlos.

Como principal reclamo para el turista español, las bazas mencionadas anteriormente y la cercanía, ya que en menos de dos horas (en vuelo directo de Iberia saliendo desde Madrid) se llega a Niza , en plenos Alpes Marítimos y en la región Provenza-Alpes-Costa Azul.

Por otro lado, resulta sencillo organizar un viaje de golf por la zona a precios más que ajustados gracias al “pase de golf” de la Costa Azul, que permite acceder a 15 campos de la región con descuentos generosos (hasta del 30%). Además, en la web https://www.cotedazur-golfs.com/ encontramos recomendaciones para alojarnos y disfrutar de la célebre gastronomía de la zona, todo en una misma web informativa y bien organizada.

Entre las joyas que podemos encontrar en la zona y que tuve la ocasión de disfrutar está el Old Course de Cannes, uno de los cuatro campos de golf más antiguos de Francia y caracterizado por el porte señorial de su casa club (adornada ya entonces con motivos de la Ryder Cup cuando la visitamos) y por los 4.000 pinos que pueblan este arbolado recorrido. Fundado en 1891, en el origen de este esmerado campo está Harry Shapland Colt, autor de un buen número de diseños magistrales en todo el continente y que en España firmó los recorridos de Sant Cugat, Puerta de Hierro y Pedreña. Colt recibió el encargo del gran duque Miguel de Rusia, enamorado del golf en el Old Course de Saint Andrews y empeñado en fundar el primer campo de la Costa Azul francesa, y delineó un primer recorrido de 9 hoyos por el que pasaron desde el rey Leopoldo de Bélgica a, ya después de la II Guerra Mundial, estrellas de la talla de Jerry Lewis y Sean Connery. En la actualidad, el Old Course ofrece dos recorridos: el “Gran Duque”, con los 9 hoyos originales, y el más reciente, al otro lado del río Siagne (que los golfistas deben cruzar en ferry). Por su diseño y configuración, el campo exige una notable precisión y pone a prueba el tino de los golfistas, aunque si la vuelta se tuerce seguro que disfrutan con las vistas que ofrece este bello recorrido.

Después de disfrutar con el campo de Harry S. Colt, nos tocó visitar el recorrido de Riviera Golf de Barbossi para “enfrentarnos” a otra obra de arte, esta vez firmada por el estadounidense Robert Trent Jones Sr., aunque no es la única presente en esta generosa finca de más de 65 hectáreas regada por el río Riou de l’Argentière y cuatro lagos. A los pies del macizo del Estérel y entre las frondas de los alcornoques, pinos y olivos, el recorrido nos sorprende con piezas artísticas integradas en sus hoyos, esculturas de artistas célebres como Georges Boisgontier o Max Cartier, un toque de belleza que complementa este campo técnico que, no obstante, ofrece respiros a los golfistas de menor nivel. Cualquier apuro en el golf se compensa sobradamente con la vista panorámica que ofrece el hoyo más conocido del campo y que permite dominar toda la finca.

Fred Vargas nos llevó por los Alpes Marítimos en El hombre del revés, una de sus mejores novelas, e igual que su comisario Adamsberg atravesamos la región del Pays de Grasse de camino al Chateau de Taulane, nuestra siguiente parada después de recorrer un paisaje ondulado de monte bajo mediterráneo con zonas boscosas entre montañas en plenos Prealpes. Al final del camino, el primer diseño en Francia de Gary Player, el Caballero Negro, siempre meticuloso y detallista, complemento perfecto para un château construido en 1760 en pleno pinar por orden de Louis-Auguste de Lisle Taulane, oficial de la armada del Luis XV. Generoso desde el tee, aunque cuente con varios obstáculos de agua para añadir picante, el campo nos recuerda a recorridos españoles arbolados como La Herrería, y aunque carece del histórico monasterio al fondo, contamos con el espectacular château y la presencia del monte Lachens, la cumbre más alta del departamento de Var.

Cerramos nuestro periplo golfístico en Golf Opio Valbonne, un recorrido resguardado del viento por las montañas que cuenta con árboles centenarios y, curiosamente, un acueducto galo-romano. Diseñado por Donald Harradine en 1966, Opio Valbonne cuenta con dos mitades diferenciadas: en los primeros nueve hoyos hay que estar fino con los hierros y los tiros a green, mientras que la segunda mitad, más abierta, favorece la precisión y la longitud desde el tee. Aun así, este par 72 de unos 5.700 metros desde amarillas es relativamente amable y su amplitud alivia los despistes desde el tee. Como en el resto de los campos de la zona, la finca donde se ubica este Opion Valbonne es extensísima y la densa vegetación la viste de intenso verde todo el año, un color que contrasta con la piedra del histórico acueducto y con la casa club, construida en el siglo XVII.

Son solo cuatro campos de los quince que conforman la oferta del Golf Pass de la Côte D’Azur, pero son lo suficientemente representativos como para percibir la gran calidad media de los recorridos de esta zona. A apenas dos horas en avión desde Madrid, son una magnífica opción para los amantes del golf, o para quienes quieran complementar con algo de deporte su visita a la Costa Azul y a los Alpes Marítimos. Y, como supondrán, no solo del golf vive el hombre…

Más allá del golf

En la Costa Azul, la gastronomía es el complemento imprescindible para cualquier viaje de golf y encontramos viandas de calidad tanto en los campos de golf como en establecimientos cercanos.

En el restaurante de la propia casa club del Old Course de Cannes, por ejemplo, se puede disfrutar de una carta variada y de calidad, no sin antes probar una tapa del maravilloso salchichón de la zona para ir abriendo boca. Luego, el tartar de salmón, el costillar de cordero y una deliciosa tarta de albaricoque seguro que nos hacen olvidar cualquier vuelta torcida o son el complemento ideal para nuestras hazañas golfísticas.

En el Dominio de Barbossi, en pleno macizo de Esterel, es obligado alojarse en el espectacular y elegante hotel Ermitage de L’Oasis, visitar los viñedos que explota con mimo la familia y acudir al restaurante L’Oasis dirigido por el cocinero Alain Montigny, finalista del certamen Bocusse de Oro, en Mandelieu-La Napoule. El ceviche de ostras, el royal de cangrejo con alcachofas y caviar osetra, y el cordero con croqueta de boniato, cebolla y patata son de otro mundo.

En el Château de Taulane no hay que irse muy lejos para disfrutar de una cena magnífica, ya que en el propio castillo/hotel tenemos La Marquise de Lisle, un restaurante que combina la cocina francesa con algunas influencias de la cercana Italia. La pasta de Gragnano, el filete de dorada empanado con caponata siciliana, el faux filet de ternera charolesa o la tartaleta de merengue de limón confortan y ofrecen un sabroso punto y seguido a cualquier viaje de golf.

Pero la fiesta gastronómica del viaje la encontramos en Mougins, donde se celebra el festival Les Etoiles de Mougins. Este bello y recoleto pueblo, conocido por ser la última morada de Pablo Picasso, acoge un certamen gastronómico que “invade” incruentamente sus calles y nos permite degustar los manjares más delicados y los alimentos más representativos de esta región de Francia. Es fácil perderse en los mil y un rincones maravillosos que ofrece Mougins, y si tienen un rato no dejen de pasarse por el Museo de Arte Clásico de la población, un edificio recoleto en el que prima el eclecticismo y nos encontraremos desde piezas griegas y romanas hasta algún Warhol que otro.

Por supuesto, no podíamos irnos de la región sin visitar Cannes y disfrutar de su noche. El festival de Mougins tuvo su continuación en el Annex Beach Club, un exclusivo club frente a La Croissette, el famoso paseo marítimo de Cannes, que acogió los puestos de los mejores chefs presentes en Les Etoiles. El Hôtel Club Maintenon nos ofreció un respiro al final de la jornada, un establecimiento notable a solo unos minutos de la línea de playa.

Aun así, Cannes es una ciudad con pulso y vida, más allá del glamour y del lujo, y conviene pasearse por su mercado central para encontrarnos con el aspecto más cercano de la ciudad y degustar una socca, una especie de fina crêpe de harina de garbanzos y aceite de oliva que pasa por el horno y conviene comer bien caliente.

En el puerto se cruzan barcos pesqueros y yates de superlujo, y gracias a Black Tenders pudimos recorrer la costa en motora. Además de descubrir rincones maravillosos de la costa de Cannes, nos encontramos con joyas como el Palacio de las Burbujas de Antti Lovag, una locura esférica engarzada en un farallón rocoso que era la residencia preferida de Pierre Cardin y que asombra por su fluidez.

Terminamos el viaje en la isla de San Honorato, sede de la abadía de Lérins fundada por el santo en el siglo V. El monasterio cisterciense (reconstruido en el siglo XIX sobre las ruinas del original) y las fortificaciones complementan las ocho hectáreas destinadas a viñedos que explotan con esmero los monjes benedictinos. Quienes quieran probar sus caldos, pueden hacerlo en las catas que se organizan en los mismos viñedos o en el restaurante Le Tonnelle, un buen sitio para degustar los mejores pescados. No dejen escapar el atún marinado con espárragos o la dorada al horno con verdura, platos sencillos pero deliciosos.

Enlaces

Golf

Pase de golf de la Côte D’Azur: www.cotedazur-golfs.com 

Old Course Cannes: www.golfoldcourse.com

Riviera Golf: http://www.domainedebarbossi.fr/riviera-golf

Château de Taulane: www.chateau-taulane.com

Opio Valbonne: www.golfopiovalbonne.com

Alojamientos

Ermitage de l’Oasis: http://www.domainedebarbossi.fr/hotel-ermitage-de-loasis

Chateau de Taulane: www.chateau-taulane.com

Hotel Maintenon: https://www.hotel-maintenon-cannes.com/