Álex Larrazábal está en Marruecos haciendo de todo un poco. Es su nueva misión en el mundo del golf. La que él se ha buscado. La le faltaba.
Para la que se ha estado preparando en los últimos años pasando por todos los estamentos posibles que existen dentro del golf.
Lo dejamos como caddie de José María Olazábal la temporada pasada y ahora se ha convertido en un profesional (aunque curiosamente como jugador ha vuelto a ser amateur) de todo lo que rodea a un golfista.
No es manager, ni entrenador, ni coach, ni psicólogo, ni preparador físico, ni caddie… Pero es todo eso al mismo tiempo. En Marruecos está con tres de los jugadores que ya forman parte de su nutrido grupo: Pablo Larrazábal, Álvaro Velasco y Marta Silva.
Lo mejor es que se defina él mismo: “me describiría como un compañero, alguien que ayuda al jugador en el día a día en todo aquello que necesite”, asegura en la entrevista que mantuvo con Ten-Golf minutos después de que su hermano Pablo colocara un maravilloso 64 en su tarjeta en la segunda ronda del Trofeo Hassan II.
– La diferencia entre los turnos de juego en las dos primeras rondas ha sido más que notable. Datos irrefutables: de los treinta resultados bajo par, sólo ocho habían jugado por la mañana el jueves. Ahora bien, como dice Pablo Larrazábal, “mal te va a ir si te andas quejando de estas cosas”. Al fin y al cabo, son casi como el pan nuestro de cada día en golf.
– El argentino Emiliano Grillo anda mucho más cerca de lo que parece de la campanada. Sin aspavientos. Natural, comedido, campechano, como es él. No aparenta la edad que tiene (20). Tiene una madurez impropia de su carné de identidad, o mejor dicho, propia de un chaval que ha vivido ya en tres países diferentes (Argentina, Estados Unidos y España).
– Las condiciones son parecidas al viernes. El viento ha saltado un poco antes y más fuerte, pero no es lo del pasado jueves. Ha empezado a soltar a las once y media hora local.
