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Reflexiones sobre el Seve Trophy

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Seve habla con la pareja francesa Jacqueline-Havret

 

Primera. Hay que reconocer que el rendimento de los jugadores de Gran Bretaña e Irlanda en los partidos individuales de match play está un escalón por encima, como se demuestra casi en cada edición del Seve Trophy. Parece que lo llevan en la sangre…

Segunda. Urge buscar el modo de convencer a varios de los grandes jugadores de ambos equipos de que este trofeo tiene futuro, de que es muy bonito de jugar, de que la historia de las grandes competiciones hay que escribirla con trazo firme desde sus comienzos… De otro modo se irá ahogando. Las ausencias en esta edición han sido demasiadas y muy importantes. Por el bando británico e irlandés han faltado Harrington, Donald, Poulter o Westwood; por el bando continental las bajas no se quedan atrás: Sergio García, Henrik Stenson y Niklas Fasth. En este aspecto, y quizá salvando esta edición, también hay que reconocer que el compromiso de los jugadores británicos e irlandeses ha sido superior. Habría que preguntarse por qué…

Tercera. Una consideración delicada: Severiano Ballesteros también debería ir pensando, quizá, en dejar paso a otros capitanes que lideren el equipo continental. No se trata de poner en duda su capacidad para liderar una formación de estas características, suficientemente demostrada por ejemplo en la Ryder Cup de Valderrama (1997), sino de reconocer simple y llanamente que los continentales llevan cuatro ediciones sin ganar y que se imponen cambios a todos los niveles. Además, esta reflexión, de algún modo, está relacionada con la anterior… El trabajo, el nombre y el carisma de Seve siempre van a estar ahí presentes en cada edición, pero no está de más probar qué equipo puede salir liderado por algún otro gran jugador de la Europa continental. En este sentido, ojo, también hay que reconocer que el capitán del equipo continental en la edición de 2005 fue José María Olazábal… Por eso se trata de buscar soluciones donde pueda haberlas, porque nadie tiene el remedio infalible…

Cuarta. La ausencia de público ha sido una de las notas dominantes toda la semana. El aspecto de las calles y los greenes de The Heritage no ha sido el mejor precisamente en lo que a presencia de aficionados se refiere. ¿A qué se debe? Evidentemente, tiene mucho que ver con las reflexiones anteriormente expuestas, pero existe alguna otra: ¿realmente no podía haber algún jugador irlandés en la formación británica? Es cierto que el aspecto deportivo debe primar, y no es menos cierto que la elecciones de Nick Faldo han sido acertadas si nos atenemos a los resultados, pero también hay que estar más 'vivos' en este tipo de cuestiones, porque al final la gente que acude a los torneos es una parte fundamental del espectáculo. En este aspecto, los americanos lo tienen mucho más claro… ¿O no sospechábamos todos que Mike Wier se emparejaría con Tiger Woods en los individuales de la Presidents Cup, siendo canadiense y disputándose en Canadá la competición?

Quinta. En cualquier caso, hay que ser optimistas. El formato funciona y será el tiempo quien, como siempre, vaya adecuando y poniendo las cosas en su sitio. La solera es muy importante en citas de este tipo, y no podemos exigir solera a una competición que nació en el año 2000. Habrá que ir sin prisa… Pero sin pausa. Sobre todo, sin pausa.