Sergio García acaparó hoy toda la atención en el Club de Campo del Mediterráneo en Borriol (Castellón), donde se está disputando el OKI Castellón Open de España Senior, llevándole la bolsa y haciendo de caddy a su padre, Víctor, uno de los participantes en el torneo…
Encabeza la clasificación el inglés Carl Mason con 6 bajo par, un golpe menos que Emilio Rodríguez y el chileno Guillermo Encinas, segundos empatados. La cuarta posición la comparten Juan Quirós, David Good y Gery Watine, con menos 4…Víctor García puso por primera vez un palo de golf en manos de su hijo Sergio cuando tenía tres años, ha sido su maestro, le ha aconsejado y acompañado, y ha hecho de caddy en múltiples ocasiones siendo amateur (la última en el Masters de Augusta 99), aunque ninguna desde que es profesional. Hoy cambiaron los papeles, y por primera vez el hijo fue caddy del padre.
El partido estaba compuesto por Emilio Rodríguez, que llevaba de caddy a Mar García, también hija de Víctor; el francés Jean Pierre Sallat, futbolista profesional durante 12 años (estuvo en el Limoges, Le Havre, Amiens y Burdeos), que descubrió el golf a los 27 y con 31 se hizo profesional de este deporte; y Víctor García, alma e impulsor del OKI Castellón Open de España Senior, con su hijo de caddy.
La jornada comenzó dando algunas bolas en el campo de prácticas, un ratito en el putting-green y al tee del uno, los saludos de rigor y deseos de suerte. Sergio se puso el peto, metió fruta y agua en la bolsa, sacó el cuadernillo de medidas y distancias, y listo para trabajar.
El campeón, que ha logrado veinte títulos por todo el mundo (seis en Estados Unidos, seis en Europa, uno en Corea, dos en Sudáfrica y cinco formando equipo incluyendo tres Ryder Cup), fue animando y aconsejando a su padre durante todo el recorrido, “tranquilo, papá, bien colocado a la bola y a darle”. En los greenes leía las caídas, “tira por aquí, un pelín a la derecha” y la bola entraba, “así, bien tirado, bravo, papá”.
En el hoyo tres le aconsejó, “papá, coge el driver que no llegas al bunker”. Víctor se fue al rough a la izquierda y Sergio, cuaderno de medidas en mano, dio unas cuantas zancadas por el centro de la calle, “tienes 147 metros a bandera, pon la bola un poquito más al pie izquierdo y pégale sin miedo”. La bola cayó justo antes de la zanja, desde ahí pegó un magnífico wedge y ¡dentro!
En el cuatro, el padre tenía un putt muy largo y consultó con su hijo, “¿tiro un poco a la izquierda?”, a lo que Sergio respondió “no, tírala recta y no tengas miedo a pasarte, venga”; Víctor le hizo caso y ¡dentro desde 14 metros!
Hoyo cinco, Víctor se fue a la izquierda de salida, el caddy se alejó y sacó el cuaderno de distancias, “papá, ponte a la bola para que yo coja referencias, 120 más otros 20, tienes 140 metros a bandera. ¿Qué tienes en la mano, un hierro ocho? Lo tienes que coger un poquito más corto. Venga, perfecto, ¡muy buena, papá!”.
En la salida del hoyo seis, Emilio Rodríguez, que fue animando el partido todo el tiempo con sus gritos y chascarrillos, le pidió fruta a Mar García, su caddy, “dame un platanillo, que Dios te lo va a pagar con un buen hombre”. Carcajada general, y Emilio continuó como es habitual en él hablándole a la bola, “vamos, María, métete en el saco, tiki-taka”. A veces le obedecía y entraba y otras no, y entonces el malagueño -afincado en Villamartín- se acordaba de toda la parentela de la bola.
En el hoyo siete la bola de Víctor quedó en una posición complicada debajo de un pino, y desde ahí sólo podía echarla a calle; la golpeó y enseguida su hijo le animó, “tranquilo, papá, ya le has pegado y no puedes hacer nada más, olvídate y vamos a centrarnos en el siguiente golpe”.
En el tee del nueve, Emilio le contó a Sergio que Jean Pierre fue futbolista profesional, y a éste que el castellonense es presidente del Borriol C F y gran entusiasta del deporte rey. A partir de ahí comenzó un diálogo sobre fútbol, que continuó durante toda la comida. En el green del hoyo nueve, “papá, un poquito por la izquierda, sin miedo, tírala sin miedo”, y otro putt largo que embocó Víctor.
El partido terminó con 67 golpes, menos 5, de Emilio Rodríguez; 73, más 1, de Jean Pierre Sallat; y 74, más 2, de Víctor García.
Emilio Rodríguez: “Estoy muy contento, feliz, ha sido un partido estupendo, no he jugado tan a gusto en mi vida. Ver a Sergio ayudándole y aconsejando a su padre y cómo ha estado pendiente de todo, ha sido formidable. Es una gran persona y a mí me lo ha demostrado en muchísimas ocasiones”.