Cuando alguien te dice “todavía estoy reventado”, pero lo hace con una sonrisa de oreja a oreja, sólo puede referirse a alguna situación reciente y sin duda divertida, apasionante, atractiva, fuera de lo común…
¿Adivinan de quién se trata? ¿Qué jugador ha podido decirnos eso después de pegar un drive al sitio desde el tee del 18 del Oceánico Victoria Golf portugués?
Miguel Ángel Jiménez, por supuesto. Todavía se le ilumina el rostro cuando recuerda la semana de Gales. La Ryder que sin duda siente más suya. Quien no celebre adecuadamente un evento así, con un final así, es que no tiene alma.
Y lo curioso es que la noche del triunfo, la de la celebración en Gales, Jiménez apenas pudo levantarse de la mesa para bailar como Dios manda. Nos lo ha contado hoy: “después del tumulto del hoyo 17, cuando McDowell consiguió el punto decisivo, apenas podíamos ver el suelo cuando volvíamos andando hacia la casa club… Y en una de de esas pisé mal y me torcí un pie. En la ceremonia final no tuve problemas, pero después, cuando el pie se me quedó ya frío, apenas podía apoyarlo. Así que estuve casi toda la noche con la pata en alto, con hielo, pero disfrutando, por supuesto”.
Al final, Jiménez destaca “la alegría de la gente. Era pura alegría”. Y nos reconoce con esa gracia suya: “estuve toda la semana con los pelos erizados”. La gracia, sobre todo, está en el gesto, porque mientras lo dice se coge la coleta y la pone tiesa mirando al cielo, “así, así, toda la semana así”.
Y esta semana, ¿qué? El problema en el pie ya lo ha superado, pero lo cierto es que el malagueño está cansado. El mismo Pro-Am se le ha hecho un poco largo. Pero será mejor no perderlo de vista, porque mantiene ese ritmo de swing abrumador, el toque…
