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Así duele la derrota, por Davis Love III

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Davis Love III ha publicado un artículo brillante, emocionante y muy sentido donde explica sus sensaciones tras perder la Ryder Cup en un domingo que pasará a la historia…Es un documento imprescindible reproducido por la web golf.com. Aquí traducimos algunos pasajes.

Debería estar cansado, pero no lo estoy. Perdimos la Ryder hace unas seis horas. Estoy en el hotel del equipo, en el Westin a las afueras de Chicago intentando buscar un sentido a lo que ha pasado…

Durante dos días tuvimos a Europa contra las cuerdas y ahora hemos perdido. Tiger me mandó un mensaje cuando iba camino del aeropuerto. No sé cuál era el problema que tenía, si había obras en la carretera, si equivocó el camino, pero algo iba mal y me puso «un final perfecto para un día perfecto»…

Estoy sentado en el porche de la habitación del equipo en el hotel. Durante esta semana ha sido un hervidero de vida. Hoy está vacío.

Estoy vestido con un pijama rojo, azul y blanco, nos lo dio Tabitha Furyk, la mujer de Furyk. Así iba vestido Payne Stewart después de nuestra increíble victoria en 1999, cuando hicimos lo mismo que hoy nos han hecho los europeos a nosotros.

El lunes se enfrentan los Bears y los Cowboys en Fútbol Americano. Uno ganará y otro perderá, pero dentro de unos días tendrán una nueva oportunidad. Nuestra nueva oportunidad será dentro de dos años y la siguiente casa en cuatro.

Brandt Snedeker, novato esta año, no lloró cuando ganó 11,4 millones de dólares en el The Tour Championship, lloró el domingo. Aquí lo único que estaba en juego era un pequeño viejo trofeo creado por un comerciante de semillas británico. Sólo había perdido la posibilidad de que ese trofeo estuviera en la vitrina de la PGA.

El elenco y la tripulación en Escocia dentro de dos años será diferente, no entera, pero sí algunos. La Ryder es ahora o nunca. Es una situación monstruosamente intensa, brutal, personal y de equipo. Creo que por eso la amamos.

Invertí veinte meses en prepararme para tres días. Mi oportunidad en la Ryder pasó, se fue. Tengo una sensación de satisfacción. Lo he dado todo. Mi equipo dio más. Tengo una sensación de vacío, de orgullo. Mi equipo manejó bien la victoria durante 48 horas y también supo perder con caballerosidad el domingo. Desde el principio hasta el final, en las horas bajas y en las horas altas, el equipo de José María Olazábal tuvo mucha clase. El golf es un poco mejor después de esta semana.

Si necesitáis echar la culpa a alguien de la derrota, echarme la culpa a mí. Yo soy el único responsable de la elección de los doce individuales el domingo.

Los últimos dos hoyos fueron muy duros para nosotros. Los putts de Europa cayeron y los nuestros no. No fue porque no lo intentáramos. Si algo hicimos fue intentarlo. Jose María estaba sufriendo tanto como yo.

Jim Furyk caminó hacia mí después de perder el hoyo 17. La Ryder Cup estaba en juego. Quería decirle algo, ¿pero qúe podría decirle? Pasó a mi lado con las señales en su cara de lo duro que es este juego y yo, qué frustrante, no le dije nada. Si hay algo que tengo claro en golf es que es mucho mejor pecar por hablar poco que por hablar mucho. Yo quizás hablé demasiado en muchas ocasiones.

Tiger me dijo antes de los individuales del domingo: «Steve y yo en los últimos partidos. Colócanos así. No creo que nuestros puntos hagan falta, pero si llega el caso, estaremos preparados». Tiger ha ganado tres veces este año. Él es el mejor jugador de la historia en match play. Es el mejor jugador de la historia. Escuchar esas palabras fue suficiente para mí.

Creo que el alma de Severiano Ballesteros, mentor de José María Olazábal y el mejor jugador de la historia de la Ryder Cup, inspiró realmente al equipo europeo el domingo. Ellos homenajearon a Seve, que jugó al golf como un artista y como un matador de muchas maneras: desde el cielo, en los libros de medidas, en las bolsas, en la ropa…

Couples me dijo «Keegan Bradley está que se sale, repite la pareja en los fourballs del sábado. Utilizalá por cuarta vez». Hablé con Mickelson y me dijo que estaba cansado y que prefería descansar para los individuales. No había razón para hacer jugar a Keegan con otro jugador con el que no había practicado en toda la semana. No había razón para romper el orden. Todo iba bien, pero Ian Poulter lo encendió todo al final del sábado. Apareció Seve.

Arrastraré esta derrota el resto de mi vida, pero no podrá borrar los buena recuerdos que me deja esta semana.

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