Inicio Ryder Cup Cañi gana un pulso de 17 horas

Cañi gana un pulso de 17 horas

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Alejandro Cañizares (-6) ha conseguido poner la guinda esta mañana tras la reanudación de la segunda jornada…

El español ha firmado un parcial de -1 en los seis hoyos finales que restaban a su segunda vuelta, alcanzado una formidable tercera posición compartida con Lee Westwood, Paul Casey y el último ganador del British Amateur, el coreano Jin Jeong, que a sus 20 años y antes de pasarse a profesionales es la viva muestra de la incipiente  amenaza del golf oriental, que ya clavara su primera gran pica con la victoria de Yang en el PGA 2009.

En realidad, es mucho más que una guinda lo que ha puesto el menor de los Cañizares sobre el tapete del Old Course. O si ustedes prefieren: una guinda en cada uno de los greenes que ha pisado esta manaña. Su aplomo en las recuperaciones casi daba vértigo. Ha salvado putts muy delicados de par, sobre todo uno de más de dos metros en el hoyo 14 y otro de dos metros en el 16. Por todo el centro, plenos de determinación.

Para acabar, dos regalitos con lazo incluido. Sacada de bunker perfecta en el siempre complicado 17, a punto de embocar. Y un segundo tiro en el 18 de maestro, desde unos 70 metros, entrando a bandera desde la izquierda, que a punto estaba también de ir al hoyo y que dejaba el birdie más que dado.

Hoy soplaba algo el viento desde las 6,30 de la mañana, hora de reanudación del juego. Pero mucho menos que ayer por la tarde. Aquella pesadilla…

“Los de ayer han sido los hoyos más difíciles de mi vida, sin duda. Recuerdo un match-play que jugué hace años en un España-Escocia en el que nos granizó, nos llovió, nos pasó de todo… Pero lo de ayer fue una pesadilla, y además en un British, con todo lo que supone. Hacía frío, llegué a casi no sentir el palo en las manos porque a mí no me va demasiado el frío… Y además, la lentitud. Tardamos cuatro horas en jugar nueve hoyos, casi lo mismo que se tarde en jugar 18. Claro, con ese viento la gente se lo piensa más, y además hay muchos bogeys y dobles bogeys”, nos explicaba esta misma  mañana Alejandro.

No terminaba ahí el infierno: “el viento hacía muy difícil calcular las distancias y la bola estaba temblando en el green cuando ibas a patear. A veces pasaban más de veinte minutos entre golpe y golpe, así que tenías casi que calentar cada vez. El juego te exigía una concentración total y agotadora”.

Hoy había que rematar la faena.  “Me he levantado a las 4,30 y he intentado mantener la rutina normal, aunque más rapidilla. He desayunado fruta y tostadas. En el campo me he encontrado bien. El primer putt que tenía en el green del hoyo 13 era de medio metro y ya me parecía muy largo… No, la verdad es que he pateado bien y he acabado con un gran golpe en el 18. Ahora me voy al hotel a ver si duermo una horita porque ayer me acosté a las doce, entre unas cosas y otras. Supongo que los nervios irán apareciendo. Pero esta experiencia será muy buena para el futuro”.

Su segunda ronda en un ‘major’, que debió comenzar a las 15,37 del viernes, ha terminado casi 17 horas después. Porque no crean que entre suspensión y suspensión hay descanso placentero posible.  Nunca termina uno de relajarse en estas circunstancias.

Un detalle final. En casa de los Cañizares, las pesadillas de golf se llevan con la más absoluta naturalidad: “no, no hablé ayer con mi padre. Al llegar al hotel ya eran las 22,30 y en España las 23,30, así que no iba a llamarle, estaba ya dormido…”

 José María Cañizares, además, no va a viajar a St Andrews para ver a su hijo. Y tiene su sentido, no crean. Lo explica Alejandro: “para él, después de 40 años compitiendo esto tampoco es para tanto… Además, yo creo que él lo pasa peor cuando me viene a ver, porque sabe lo que estoy pensando y todo lo que está pasando en el campo”.