A menudo mudaba el gesto y fruncía el ceño cuando los periodistas hacían hincapié con sus problemas con el putter y él, Scottie Scheffler, decía erre que erre que todo estaba en orden, aunque las estadísticas sobre su rendimiento en los greenes demostraran lo contrario. Como rectificar es de sabios, el texano se puso manos a la obra nada más concluir el TOUR Championship y buscó la ayuda del inglés Phil Kenyon, reputado entrenador de putter.
Su preparador de toda la vida, Randy Smith, no puso ninguna pega a que su pupilo consultara con una voz autorizada en la materia para tratar de solventar los entuertos en los decisivos golpes con los que se ganan los torneos. «Llamé a Randy y le dije: ‘Oye, estoy pensando en llamar a este tipo llamado Phil’. Respondió: ‘Sí, lo conozco, creo que es una buena idea, hagámoslo’, relató Scheffler en el Marco Simone a dos días del inicio de la Ryder Cup.
Nada más terminar en East Lake, el Número Uno del mundo envió un mensaje de texto esa noche después del torneo a Kenyon y al día siguiente lo llamó. El preparador inglés, que se encuentra en Roma aleccionando a su nuevo pupilo, no puso impedimentos en viajar a Dallas para empezar la tarea con Scheffler y tres días más tarde se plantó en la ciudad texana para solucionar sus problemas con el putt.
«Básicamente me dijo que apestaba, que no podía creer que alguna vez hubiera ganado un torneo con mi forma de jugar. Eso es lo que quieres oír, ¿verdad?», bromeó Scheffler sobre su encuentro inicial. «No, hablando en serio, tenía la sensación de que estaba haciendo mal y mis sospechas fueron resueltas. Era sólo que estaba tratando de arreglarlo de una manera completamente equivocada. Entrar en detalles llevaría un poco de tiempo, pero en realidad es muy simple», expone el estadounidense, que procede a dar más explicaciones al respecto.
«La forma en que movía el putter a través de la pelota estaba como luchando contra la elevación de la punta del putter a medida que avanzaba, por lo que a veces fallaba un poco el contacto en el talón», detalla Scheffler. «Para intentar mantener la cabeza del putter baja, la forma en que lo hacía es sentir todo en mis manos, y lo que hacía es bajar las manos. Pero cuando bajé las manos, en realidad provocó que la punta del putter subiera más y más. Entonces, a medida que pasaba el año, mis manos estaban cada vez más abajo y el problema empeoraba cada vez más. Era algo que no podía entender y me impedía realizar tantos putts como debería. Como dije este año, realmente hice muchos buenos putts. Ahora siento que soy mucho más consistente al llegar a mi línea de salida, especialmente en mi entrenamiento», constata el texano, que en teoría debe encontrar el camino al hoyo con más facilidad a partir de esta misma semana.
Han sido pocas semanas de trabajo con Kenyon, pero Scheffler admite que ya se siente más cómodo con la bola a pesar de haber hecho sólo pequeños ajustes: «Incluso algo tan simple como alinear la pelota, a veces lo hacía y otras no, y no estaba usando la línea de la manera correcta. Phil me dio una perspectiva diferente sobre el uso de la línea que ha sido realmente útil», sostiene. «Son sólo pequeñas cosas como ésa. No he sentido que haya hecho un gran cambio. Simplemente lo entendí bien. Siento que hicimos pequeños cambios para que me sienta más cómodo con la pelota y ahora no tengo que pensar en mi golpe. Eso es prácticamente todo lo que es», cierra.
Es curioso que justo en la Ryder haya contratado los servicios de un entrenador inglés. «Cuando vino a Dallas, le hice varias bromas a Phil. Le dije que sus cosas iban a funcionar tan bien que no sería bienvenido en su club cuando regresara a casa después de la Ryder Cup», afirma con guasa Scottie. Ojalá los ajustes empiecen a funcionarle a partir del lunes…
