En el tee del hoyo 1 del PGA Centenary course de Gleneagles, donde arrancará este viernes la 40ª edición de la Ryder Cup, puede leerse una sentencia de Severiano Ballesteros.
Siempre Seve. Y en semana de Ryder, claro, mucho más. El nombre del cántabro estará por siempre ligado a las aventuras y desventuras del equipo europeo y a la historia de esta competición. Hubo en la Ryder Cup un antes y un después de Seve, y el después es infinitamente más apasionante.
Su presencia e influencia son hechos constatables y asumidos, pero no por ello emocionan menos algunos de los discursos o respuestas que se escuchan esta semana en tierras de Escocia. El penúltimo testimonio, a tumba abierta, es de Thomas Bjorn, que señalaba ayer mismo lo siguiente:
«Seve vive con nosotros. El vivió la Ryder más que nadie y permanece en nuestro equipo. Es una enorme inspiración para el equipo y siempre lo será. Para nosotros, igual que para el circuito europeo y todos los jugadores, ningún jugador ha inspirado tanto como él. Y yo tuve la fortuna de jugar con él y de estar cerca de él cuando jugaba. Vivirá siempre con nosotros. Hay frases suyas, fotos suyas en todos lados y es porque él se merece estar ahí. Se merece ser la persona que inspire a este equipo y a cada jugador en cualquier lugar del mundo. Y cuando llegas aquí y ves sus frases y sus fotos entiendes que todo eso no sólo está relacionado con los 24 jugadores que vamos a competir esta semana. Va más allá: tiene que ver con el juego del golf y con lo que él significa para este juego. Seve es todo para el golf europeo y nosotros nunca olvidaremos esto. Tuve la fortuna de tenerlo como capitán y hoy, todavía, miro hacia aquellos días y los veo como los mejores de mi vida».
