Inicio Seve, cuarenta aniversario de pro Un amigo

Un amigo

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En 1974 conocí a Seve en La Manga Club. 40 años han pasado. El Open de España fue nuestro primer torneo del Circuito Europeo. Nos hicimos muy amigos, lo que supuso un privilegio,le conocí estrechamente. Compartimos numerosos torneos, viajes, ruedas de prensa, almuerzos, cenas, victorias, derrotas, momentos alegres, tristes, tensos, de frustración, enfado, pelea… Momentos imborrables, dentro y fuera del campo, destacando algunos de especial significado.

Las experiencias que compartimos en la Ryder Cup fueron memorables. EnThe Belfry 89, Seve y Carmen me invitaron a cenar la primera noche y Tony Jacklin, el capitán, me abrió las puertas del “team room” como un miembro más del equipo. Descubrí que Seve tenía razón: la Ryder Cup es la competición “más apasionante del mundo”.

En el 91 viajé a Kiawah Island como jefa de prensa del Equipo Europeo. Inmersos en aquel momento el Tour y la PGA Británica en una batalla por los derechos de la Ryder, George O’Grady prefirió a alguien neutral y me eligió para el puesto. Aquella edición se torció desde la ceremonia de inauguración, cuando Dave Stockton presentó a su equipo primando como único logro los millones de dólares amasados, sin enumerar sus triunfos, como hizo Bernard Gallacher. Perdimos por un punto. Los europeos, reunidos tras la ceremonia de clausura, consolaban a un Langer hundido por el peso de la responsabilidadal haber fallado el putt para ganar su partido y empatar la Ryder, que lloraba sin parar sintiéndose culpable. Olazábal agarrado a su madre, Faldo, Woosnam… todo el equipo unido. Seve, abrazado a Carmen, consolaba a Bernhard: “tú sólo no la has perdido, la Ryder Cup la hemos perdido entre todos”. Doce hombres, grandes campeones, llorando desconsoladamente.

En el 93, nos volvieron a ganar en The Belfry. Seve, acatarrado y en baja forma de juego, sorprendió a todos solicitando al capitán que le dejase descansar: nunca antes había pedido un receso, lo que nadie podía imaginar.

Testigo fui del triunfo europeo en Oak Hill 95. Por primera vez desde el 87, Seve, en un año complicado por el declive de su juego y su dolorida espalda, no formaba pareja junto a su amigo Olazábal, aquejado de problemas de salud. Desayunando en el “team room”, el capitán anunció que dejaba a Seve en el banquillo en primera ronda: le dolió en lo más profundo, pero tragó quina como nunca le había visto. Al marcharse los demás al campo, se desahogó. Sin embargo, por la tarde, ganó su punto junto a un apocado David Gilford haciéndole sentirse Goliat: “eres el mejor del mundo”, le dijo. Gilford le creyó a pies juntillas y las metió todas. Seve, con carisma como nadie, transmitía su magnetismo dentro y fuera del campo: fulminaba con la mirada al oponente o elevaba a su compañero a lo más alto.USA lideraba 9-7, pero los europeos, perdedores siempre en América en los individuales, ganaron siete partidos y empataron uno consiguiendo así la copa.Bernard Gallacher le dedicó el triunfo con estas palabras: “Seve, has hecho tanto por la Ryder Cup que ésta la hemos ganado los demás para ti. Te dedicamos la victoria”. La celebración fue memorable.

La del 97 en Valderrama fue “la Ryder de Seve”. Los estadounidenses, a priori más potentes, contaban a favor con el fenómeno Tiger Woods, además de tres vigentes ganadores de Grandes, y en las apuestas figurábamos como perdedores.Seve controló todo: preparación del campo, elección de uniformes, menús, situación de las habitaciones en el hotel…Era omnipresente, parecía poseer el don de la ubicuidad. Corría de un lado a otro en su buggie: animaba, aconsejaba un golpe, les proveía de agua, les susurraba al oído a la vez que gesticulaba con las manos… Cada mañana tomábamos café para planificar sus comparecencias ante los mil periodistas acreditados. Su jornada comenzaba a las 4.30h cuando en albornoz lanzaba piedras a la ventana de su vicecapitán, Miguel Ángel Jiménez, para consensuar emparejamientos. No. ¡No podía esperar a que amaneciera! Hubo momentos de peso que quedan en la memoria: como cuando fuimos al vestuario a animar a Costantino Rocca ante su partido contra Tiger, que ganó; o cuando Olazábal rompió a llorar en la rueda de prensa… un año antes apenas podía andar. Fue, sin duda, la semana más intensa de Seve y en la Ryder, era más Seve que nunca.

Entre los muchos viajes que hicimos, hubo dos especiales. En abril del 97, del Algarve a Valderrama en helicóptero para preparar el campo de cara a la Ryder Cup: volamos por la costa, el Coto Doñana, las desembocaduras del Guadiana y Guadalquivir, nos adentramos en el mar a la altura de la Base de Rota… un viaje maravilloso. Y un vuelo Madrid-Málaga en enero del 2000, para asistir al homenaje a su amigo Miguel Ángel Jiménez, que siempre me quedará en la memoria por el “detallazo” que tuvo Seve dejando su asiento en primera clase para sentarse conmigo en turista. La azafata, atónita. Aquel día le dije muchas cosas que no quería oír. Seve y yo hablábamos mucho, a veces durante dos o tres horas: sobre su familia, sus empresas, el Circuito Europeo, la relación con sus compañeros…

Tuvo conmigodetalles entrañables: fue cómplice de los periodistas en el homenaje que me dedicaron en el 99 por mis 25 años en el Tour; y en el verano del 87, que fui con mi familia a Estados Unidos, nos dejó su casa en El Doral. En dos ocasiones me pidió que trabajase directamente con él para ocuparme de sus empresas, pero, por circunstancias que no vienen al caso, aquellono fructificó.

De sus múltiples victorias, tengo que poner de relieve tres importantes para él. En el 85 empató con un jovencísimo Olazábal en el Campeonato de España en Pedreña decidiéndose el triunfo en play-off, que ganó Seve. José Mari le plantó cara y volviendo del 18 a la casa club, Seve me dijo: “¡vaya con el chavalín, por poco me gana!”. Dos años después, formaban la mejor pareja de la historiaen la Ryder Cup.

Seve se impuso a Colin Montgomerie en el Volvo PGA del 91 en Wentworth. Carmen dejó a Javier -todavía no había cumplido un año- en el comedor de jugadores y seguimos el play-off con el corazón en un puño y emocionadas al constatar que el público, cien por cien británico, apoyaba más a Seve que al escocés.

Y el día que ganó el Open de España del 95 en el Club de Campo Villa de Madrid. Seve fue el hombre más feliz del mundo; debido a sus agudos dolores de espalda, había pasado unos meses harto duros y frustrantes.

Junto a él compartí innumerables ruedas de prensa: unas emocionantes, como el día del homenaje por sus 25 años como profesional o cuando presentamos el Seve Trophy; otras de mucha tensión, cuando Valderrama fue elegida sede de la Ryder Cup; algunas divertidas, cuando hacía gala de su humor utilizando el doble sentido; otras muy difíciles de digerir, cuando se encontraba inmerso en una de sus mil batallas. Me echaba a temblar cuando le veía sacar varios folios de su bolsillo, sabía que no los había escrito él, y sabía que se avecinaba un terremoto.En esas ocasiones, no dejaba títere con cabeza.

Hasta aquí, un recuerdo de Seve, que ha sido para el deporte español una persona llena de carisma y determinación, un sujeto paradigmático. Gracias, no sé a qué circunstancia del destino, compartí 28 años con una leyenda del golf. Para mí, un amigo.

* María Acacia López-Bachiller, jefa de prensa del European Tour en España