Suele guardarse muy mucho Alejandro Cañizares (-3) en público de la efusión o la expresividad. Normalmente, de puertas hacia afuera, resulta frío (con un toque casi sombrío) cuando las cosas van mal, y sólo tímidamente satisfecho cuando han ido bien.
Hoy, sin embargo, no podía ocultar una honda sensación de bienestar, casi de plenitud, una vez finalizada una vuelta de 69 golpes. «Es que hasta hace diez días no he pegado bolas por todos mis problemas físicos. Nunca sabes cuáles son las claves de este deporte, pero ya ves, vienes aquí con la idea sólo de ver si puedes salir a jugar y encima haces resultado», comentaba.
Una vez iniciada la vuelta Cañizares ha tardado poco en ponerse a disfrutar, porque le «estaba pegando bien a la bola». Sólo en un estado así puede uno salvar un par cuando tus tres primeros golpes van por la arena… En el hoyo 8, par 5, pegaba de salida a la arena, de segundo golpe de nuevo la mandaba a un terreno arenoso, de tercero, más de los mismo, al bunker… Y después aprochito y putt para salvar la situación.
