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Esos adorables twenties…

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Tyrrel Hatton, 23 años cumplidos y ya algo más que una revelación, por lo que se ve. Mucho birdie, fantásticos hierros. De nuevo arriba, esta vez en Abu Dhabi. En 36 hoyos no ha firmado ni un bogey… Aunque sí un triple bogey. En el hoyo 8, par 5, se fue muy a la izquierda, al desierto. Trató de jugar un hook bajo, que era el golpe que necesitaba. «Y salió bajo, sí, pero nada de hook», explicaba el jugador. Resultado: se cruzaba la calle y de nuevo al desierto, por el otro lado. Desde allí trató de jugar un hierro 4 entre los árboles. Nones. Bola injugable y a dropar…. «Tengo que decir que al final fue un excelente triple bogey», sentenciaba Hatton tomando prestada la elegante contención del mismísimo Chesterton, maestro de la flema británica. Aunque, flema y contención no le sobra a Hatton en el campo: es un jugador habitualmente muy nervioso que a veces se traiciona con una mala actitud en el campo ante los errores. En ese sentido, según parece, está trabajando muy duro.

Thomas Pieters todavía no tiene los 23, aunque los cumple a finales de este mes de enero. Parece cada vez más preparado para dar el gran salto desde su actual 237º puesto en el ranking mundial. De momento, cuando atiende a los medios, llama la atención su parquedad de palabras. Va al grano. En ocasiones, demasiado. Ayer revelaba que le está yendo muy bien con un nuevo putter de Callaway que está probando. Y cuando se le pidió que contara algo más acerca de la nueva herramienta, se limitó a señalar: «es negro».

Además, acude con frecuencia a dos expresiones que indican el cuidado que él y su grupo de trabajo están poniendo en algunos aspectos desde el principio. Una: «ser paciente». Lo repite sin cesar, probablemente porque su entorno no deja de repetírselo. La otra: «cuidar las pequeñas cosas». O lo que es lo mismo: no salirse de las pequeñas rutinas establecidas para cada momento. Suena bien.

Recordarán al jovencísimo chino Guan Tian Lang, que jugó el Masters de Augusta con 14 años. El pasado mes de octubre cumplió los 16 y parece que este precoz proyecto de estrella sigue dando pasos en la dirección apropiada. De momento no puede ni debe hablarse de un juguete roto. Esta semana ha gestionado las dos primeras rondas en Abu Dhabi con dos tarjetas bajo par y su golf gana enteros y madurez.

Pablo Larrazábal ha combinado dos ingredientes que han dado como resultado un cóctel explosivo: demasiado irregular con el drive, circunstancia que en este campo te lleva con la soga al cuello, y nada resolutivo con el putter. Bastante hizo con terminar los 36 hoyos bajo par (10/13 en las recuperaciones), pero no fue suficiente.