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Rory se sienta y espera

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Cae la noche en Palm Beach Gardens. Rory McIlroy sale del PGA National Resort acompañado por su manager, su caddie y su novia Caroline Wozniacki. Acaba de perder el Honda Classic.

La imagen tiene algo de melancólica, iluminada únicamente por tres farolas amarillas situadas a la entrada de la casa club.

Y claro que hay melancolía, y rabia. McIlroy quería ganar. No hay nada que le guste más, hasta se le pone la cara algo más aniñada con un trofeo entre las manos. Pero no sería justo quedarse con esta imagen triste. Porque lo que Rory emana en la derrota y en la victoria es grandeza, entereza, convicción y una capacidad absolutamente asombrosa de encajar los malos momentos.

Ayer ofreció otra lección. Claro que tiene ansiedad por ganar, y por ganar grandes torneos. Y claro que esa ansiedad a veces le juega malas pasadas, como en la última ronda de Dubai, saliendo líder, o ayer, o en el mismo Accenture, pero Rory pasa página rápido, encaja y sigue mirando hacia adelante.

Nada más perder en el desempate atendió a los medios. No fue algo rápido, molesto, con el gesto torcido o retador. No pasó ese mal trago de cualquier manera y, por supuesto, no respondió con evasivas o monosílabos. Su rueda de prensa duró casi tanto como la del miércoles previo al torneo. Lo afrontó y dejó una frase sensacional: “no he jugado lo suficientemente bien para ganar, y ya está, no hay que darle más vueltas. Inlcuso aunque hubiera ganado en el desempate no me lo habría merecido”. Grandeza y seguridad.

Apenas media hora más tarde publicó un tuit en las redes sociales acompañada por una imagen de su perro y venía a decir lo siguiente: “él no sabe nada de lo que ha pasado hoy, sólo está preocupado por comer de mi plato… A veces estás arriba y otras abajo”. Está claro. El Honda Classic ya es historia en la cabeza de Rory.

Así pasa página el candidato más fuerte en este inicio de 2014 de los que aspiran al Número Uno del mundo. Si lo hizo con todo un Masters de Augusta hace tres años, después arrasó en el US Open, cómo no va a hacerlo con el Honda Classic o el Dubai Desert Classic. Es pan comido.

Es la tranquilidad del que sabe que su juego está a punto para ganar cuando sea. McIlroy ha vuelto, está al ciento por ciento y ahora él, simplemente, se sienta a esperar a que caigan las victorias. Llegarán por derribo.