Estados Unidos ha recuperado el pulso en la Solheim Cup tras imponerse en la 19ª edición por un resultado global de 15,5-12,5 que seguramente no refleja en toda su crudeza las vibrantes dos horas finales de juego que se han vivido en el Robert Trent Jones Golf Club de Gainesville, Virginia, tiempo en el que el fantasma de Medinah volvió a cruzársele a una escuadra estadounidense. Al menos llegó a enseñar las orejas.
El caso es que el equipo de Stacy Lewis, que partía en la sesión dominical de los individuales con una ventaja de cuatro puntos (10-6), hacía bien pronto los deberes: Khang reventaba a una irregular Pedersen (6y5) en el segundo partido; Corpuz superaba a Nordqvist en cada detalle de peso (4y3); y Rose Zhang se convertía en una rival inabordable para Carlota Ciganda (6y4). La española apenas ha hecho un birdie en esta sesión final de individuales y así es imposible de hacer frente a una de las jugadoras que, con toda seguridad, ha terminado mejor la Solheim.
Es cierto que la Número Uno del mundo, Nelly Korda, caía por goleada (6y4) en el primer partido del día ante una exuberante Charley Hull (remataba la inglesa con cuatro birdies consecutivos), y también lo es que Georgia Hall superaba a Alison Lee de principio a fin (4y3), viniendo en el tercer partido, pero Estados Unidos alcanzaba muy pronto la cifra de 13 puntos y ahora sólo era cuestión de tiempo que cayera como fruta madura el punto y medio necesario para recuperar el trofeo de la Solheim, al fin. Pero fue entonces cuando asomaron en el horizonte las orejas del fantasma de Medinah…
Celine Boutier comenzaba a remontarle el partido a Lexi Thompson, que había llegado a dominar por tres arriba; la novata Henseleit también remontaba ante Andrea Lee, lo mismo que Albane Valenzuela, la otra novata europea, ante la Número 2 del mundo, Lilia Vu; Leona Maguire decantaba hoyo a hoyo, golpe a golpe, el pulso a su favor ante Ewing y definitivamente los últimos siete partidos, siete de doce, navegaban en la incertidumbre, plenos de emoción e igualdad, hasta el punto que a Stacy Lewis, por momentos, ya no le salían las cuentas tan absolutamente claras.
Linn Grant, que había llegado a estar tres abajo en el último partido ante Jennifer Kupcho, ahora había igualado el duelo; Sagstrom mantenía a raya, y casi siempre por detrás, a Schmelzel; Stark contenía a Coughlin… Fuera como fuera, ni Lewis, ni sus vicecapitanas, ni los aficionados de las barras y estrellas, terminaban de dirimir con certeza dónde y cómo se iba a sumar ese dichoso punto y medio. A Europa tenía que salirle casi todo bien, pero al menos había llevado la sesión de individuales a una situación de extrema incertidumbre casi hasta el final.
Con tantísimos partidos pendientes de un hilo, sin claras ventajas hacia uno u otro lado, hay que concluir que los dos momentos decisivos para el desenlace final fueron el empate final de Henseleit con Andrea Lee en el séptimo partido y el de Maja Stark con Coughlin en el octavo. De haber caído estos dos puntos enteros del lado azul, y no se anduvo tan lejos de ello, podemos dar fe, otro gallo estaría cantando ahora mismo en Virginia… Finalmente fue Lilia Vu quien arrancaba un empate más ante Valenzuela con un birdie majestuoso en el mismo hoyo 18, sumando el medio punto que, ahora sí, espantaba definitivamente al fantasma de Medinah.
Tiempo habrá para un análisis más profundo, pero vaya por delante una conclusión a vuela pluma: a pesar de las interesantes y emocionantes apreturas del final, esta 19ª edición de la Solheim la ha ganado el mejor equipo de los dos, el más sólido, el más profundo y, por tanto, el que esta semana ha tenido durante más tiempo a más jugadoras en su mejor versión. Ni más, ni menos.
