– Europa no ha perdido la Solheim Cup de Des Moines. Ha ganado Estados Unidos. Hasta aquí, todos estamos de acuerdo. El equipo de Juli Inkster ha sido sencillamente superior, no como en Alemania hace dos años donde Europa sí perdió el torneo en una dramática jornada final de individuales donde las emociones se gestionaron de mala manera. Eso sí, que Estados Unidos haya sido la justa vencedora no significa que Europa no deba hacer autocrítica, analizar qué sucedió y sacar las conclusiones necesarias para ser más competitivas en el futuro.
– A Sorenstam le han crecido los enanos en esta Solheim, de eso no hay ninguna duda. Y también ha sido un factor, por supuesto. La lesión de Suzann Pettersen fue un varapalo, la mononucleosis de Anna Nordqvist impidió que jugara los cinco puntos y las molestias de Charley Hull la dejaron en el banquillo todo el sábado. Qué habría pasado si nada de esto hubiera ocurrido. Nunca lo sabremos y de poco o nada sirve fustigarse con el pasado, pero a bote pronto parece que Estados Unidos también habría ganado. Seguro que Europa habría sido un poco más fuerte, pero parece improbable que tanto como para derrotar a las americanas en su casa.
– Estados Unidos ha estado más enchufada desde el primer minuto. El hoyo 1 es la mejor demostración de lo que ha ocurrido durante la semana. ¿Por qué ha sido tan favorable para las americanas? ¿Por qué le costó tanto a Europa ganar ese hoyo? ¿Por qué siempre arrancaba el azul a remolque? Seguro que hay una parte técnica que explique que a USA se le daba mejor este par 4 corto, pero también hay algo emocional, de revoluciones. El lema de Europa era precioso, una lección de vida. “No hay atajo que valga para alcanzar el éxito”. Magnífica frase de Annika Sorenstam, pero ¿no será que a lo mejor ese mantra se acabó volviendo en contra? Sólo en el vestuario se sabe qué pasó, pero la actitud, la concentración, la determinación y la mirada afilada con la que salieron las europeas en los individuales (ya con todo en contra) no se percibió en los días anteriores. Igual estaba, pero no se notó. Quizá fue demasiado tarde.
– Annika asegura que no volverá a ser capitana de la Solheim Cup. La sueca da un paso al lado con generosidad. No hay que conocerla demasiado para estar seguros de que le encantaría tener su revancha particular. “Es un honor y un orgullo estar en este puesto y hay otras muchas que lo merecen. Ser capitana sólo ocurre una vez y yo lo he disfrutado muchísimo y he aprendido muchas cosas de mí que no conocía. Le toca el turno a otra”, afirma. Una vez Annika no volverá a presentarse, haría bien Europa en copiar el modelo masculino de la Ryder Cup. Es decir, apostar por una capitana cercana a las jugadoras, que incluso compita con ellas en los dos próximos años. Seguro que Sorenstam ha estudiado mejor que nadie a su equipo. Nos imaginamos una pila de libretas rellenas de números, de datos, pero también aporta muchísimo valor a un grupo compartir el player lounge, la cancha de prácticas, una amena charla durante una interrupción por lluvia, un viaje en avión o la espera en un aeropuerto. Todo eso une y suma. Y estaría bien que lo tuviera la próxima capitana europea. Y para eso debe ser una jugadora que aún esté compitiendo.
– Con este perfil, evidentemente Catriona Matthew o Laura Davies se perfilan como las grandes favoritas, más si cabe la escocesa, ya que tiene un calendario más completo que la genial jugadora inglesa. Todo apunta a que Matthew será la capitana en Gleneagles. No hay nadie más cercana a las jugadoras. No hay una persona más querida. Y además, aún se ha ganado más el respeto de todas con su actuación en esta Solheim entrando a última hora por la lesión de Pettersen. “No voy a jugar más en la Solheim, se acabó. Cuando iba cuatro abajo con Stacy Lewis me dije: Vamos, a darlo todo e intentar ganar porque este va a ser tu último punto en la Solheim”. Y ganó. Y de qué manera. Por Catriona empieza la reconquista.
– Juli Inkster, sin embargo, sí quiere ser nuevamente capitana de Estados Unidos. “Me encantaría ser una tercera vez, pero hay otras muchas que querrán serlo. No sé qué ocurrirá”, aseguró ayer. Parece imposible que no la veamos de nuevo en Gleneagles, aunque ojalá esta vez el domingo no tenga opción de tomarse un vodka con tónica para celebrar la victoria americana.
– Por cierto, Inkster explicó lo que le dijo a Lexi Thompson cuando la abrazó en mitad del fairway del hoyo cinco tras ponerse cuatro abajo en cuatro hoyos ante Anna Nordqvist. “Eres la mejor de este equipo y estás capacitada perfectamente para hacer seis birdies en los próximos seis hoyos…”. Lexi hizo ocho bajo par de ahí al 18.