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Una tendinitis aguda no le está impidiendo brillar en el Gran Canaria Lopesan Open

Alex del Rey está acabando con las reservas de hielo del hotel

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Alejandro del Rey (-8) suma y sigue. Vuelta de 68 golpes en la segunda ronda del Gran Canaria Lopesan Open y ahí está, en la zona noble de la clasificación, liderando a la Armada junto a Rafa Cabrera Bello, y poniendo sus ojos en los de arriba. Como a él le gusta. El muro del corte cayó en Austria. Ahora toca pensar a lo grande. Suma ya tres rondas consecutivas sin bajarse del top 25 en el European Tour. Son pasos adelante. Cosa seria.

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Lo de Alex tiene además su puntito épico. No es ningún drama, pero lo cierto es que está jugando con una tendinitis de caballo en su talón de Aquiles derecho. Todo empezó con unas molestias en el gemelo en Austria. De ahí se desplazó a la planta del pie y ha sido esta semana en Meloneras Golf cuando ha decidido visitar a los fisios del Tour y pedir su opinión. El diagnóstico ha sido rápido e inmediato. Lo bueno es que esta tendinitis no le está afectando en el swing, más allá de alguna vez puntual en la que va a romper la bola desde el tee. Lo malo es que sí le molesta, y mucho, para andar, especialmente en las cuestas arriba, y damos fe de que en Meloneras hay unas cuentas. 

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La realidad es que Del Rey no se encuentra al ciento por ciento. Está recibiendo todo el tratamiento que puede de los fisios, se está tomando una medicación importante y está acabando con las reservas de hielo del hotel. «Ya me da hasta vergüenza bajar a pedir más hielo, pero me han dicho que me lo ponga cada hora y así me paso todo el rato en la habitación», asegura con un muy buen sentido del humor. El peor momento lo vivió subiendo el hoyo 16 el jueves. «Es una cuesta grande, no había tomado el antiinflamatorio a mitad de ronda y se me hizo un mundo. Pensé que no llegaba. Mis compañeros de partido me sacaron como 60 metros andando, menos mal que pegaba el último y tardaron más que yo en llegar a green», explica.

Más allá de este contratiempo físico, Alex se encuentra a gusto en Meloneras y siente que le puede hacer una vuelta muy baja. Se adapta bien a su golf, le entra por el ojo. «Mañana es el ‘moving day’ y sólo pienso en eso, en moverme hacia arriba lo que pueda, a ver si somos capaces».

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