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Así funciona el método de Ramón Bescansa y el Perfect Putter

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Ramón Bescansa llegó al putting green de Muirfield Village y un escalofrío recorrió su espalda de arriba a abajo. Era la semana del Memorial Tournament de 2015, su primer torneo oficial como entrenador de putt en el PGA Tour. Lo había contratado Harris English.

A Ramón, natural de Santiago de Compostela, de 38 años y residente en Jacksonville, nadie le tenía que explicar las bondades del Perfect Putter, un aparato simple y al mismo tiempo revolucionario que había salido de su cabeza y del taller de su padre unos diez años atrás. Sin embargo, al llegar a Muirfield y ver el putting green cuajado de Perfect Putter en manos de muchos golfistas que lo estaban utilizando para practicar fue imposible no emocionarse. Habían empezado a comercializarlo ese mismo año en el PGA Tour Show. Era un orgullo comprobar lo pronto que los mejores jugadores del mundo habían comprendido su utilidad.

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El primer Perfect Putter fue de madera. Ramón había dado el salto a profesional tras pasar por la Universidad de North Carolina y sentía que debía mejorar su rendimiento en los greenes. Lo habló con su padre. A la familia Bescansa le corre el golf por las venas. Lo inoculó Ricardo, el abuelo de Ramón y uno de los pioneros del golf en Santiago a través del Aeroclub. Los Ramones, padre e hijo, detectaron que necesitaba algo que le pudiera ayudar a leer mejor las caídas y controlar la velocidad y se pusieron manos a la obra. Así nació el primer Perfect Putter. Lo fabricó el padre de Ramón y lo patentaron.

Aquel artilugio vio la luz sin grandes aspiraciones. Sólo lo utilizaba Ramón en sus entrenamientos y los torneos. Aún recuerda la expresión de sus compañeros cuando lo sacaba en el putting green y se ponía a practicar. “Me miraban como diciendo qué hará el loco éste”, relata con una sonrisa. Sin embargo, el Perfect Putter no era ninguna locura. Todo lo contrario. Era una herramienta muy útil y simple que ayudó mucho a Ramón a perfeccionar su putt.

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Bescansa, que empezó a jugar al golf a los ocho años, luchó por llegar a la máxima élite. Ganó torneos en mini tours de Estados Unidos, llegó a competir un año en el Web.com Tour (hoy Korn Ferry), participó en el PGA Tour Latinoamérica, jugó también en el Challenge Tour y llegó en alguna ocasión a la final de la Escuela del European Tour. Sin embargo, nueve años después de hacerse profesional tuvo que tomar la siempre dura decisión de buscarse la vida en otra dirección. Era bueno, pero no lo suficiente. Al menos así lo entendía él. Una fractura en una mano le empujó definitivamente a dejar la competición, al menos de manera oficial, y dedicarse a la enseñanza. En aquel momento, también estaba esperando su primer hijo. “A veces las cosas pasan porque tienen que pasar. Yo ya le estaba dando vueltas a dejar la competición y con la lesión ya fue definitivo”, asegura.

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A partir de ahí comenzó a dar clases y a intentar introducir el Perfect Putter en el PGA Tour. Empezó de boca en boca, yendo a torneos, haciendo demostraciones y convenciendo a sus más allegados. Por aquel entonces, en 2014, el Perfect Putter ya había evolucionado y era de aluminio. Los primeros en tenerlo fueron dos buenos amigos de Ramón como Chris Stroud o Kevin Streelman, profesionales con victorias en el PGA Tour, así como Justin Rose, campeón del US Open, Número 1 del mundo y uno de los referentes en el planeta golf. El inglés aún sigue trabajando con él a día de hoy.

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La utilidad del Perfect Putter corrió como la pólvora. No sólo entre los profesionales, sino también, y lo que es más importante, entre los gurús del putt. Pronto lo introdujeron en sus equipos de trabajo los responsables del Aim Point, con Phil Kenyon, seguramente el entrenador de putt más famoso del momento, a la cabeza. El éxito estaba garantizado.

En 2015 se empezó a comercializar y ya se han vendido más de mil unidades por todo el mundo. Sin embargo, la historia de Ramón Bescansa no acaba ahí. Precisamente en 2015, después del THE PLAYERS, su vida da un nuevo giro. Harris English le dice que no sólo le gusta el Perfect Putter, sino también lo que le cuenta el propio Ramón sobre el putt y cómo se lo cuenta. Por este motivo, lo contrata y empiezan a trabajar juntos. Ahí comienza su trayectoria oficial como entrenador en el PGA Tour. Ahora colabora también con los mexicanos Roberto Díaz y Abraham Ancer, el chileno Joaquín Niemann y el español Sergio García, con quien ha empezado esta misma semana en la Final de Dubai. Además, trabaja en el San Jose Country Club de Jacksonville y tiene un acuerdo para utilizar las instalaciones de la Universidad de North Florida.

Sergio García pone su putter en manos del gurú Ramón Bescansa

Ramón es un profesional discreto. Se define a sí mismo como una simple ayuda. “Aquí lo único importante es el jugador. Quien mete o falla putts es él. Yo sólo trato de serle útil para ser más consistente, para que encuentre el camino de tener más confianza y mejorar sus números. Es el único objetivo”, afirma. No le gusta hacer ruido, aunque ya lo está haciendo. Da la sensación de que su revolución no ha hecho más que empezar.

Sergio explica sus decisiones con el caddie y el putt

Hace cinco años hizo un experimento en un torneo amateur. Se colocó entre el hoyo 9 y el 10, en un putting green. Eligió una caída complicada y le pidió a los 156 jugadores que estaban compitiendo que tiraran el putt. Era una prueba. Un desafío. De los 156 golfistas sólo uno dio con la caída correcta. Allí estaba el Perfect Putter para demostrarlo…

Aquí les dejamos un vídeo con Ramón Bescansa donde explica con más detalle las claves fundamentales de su método.

1 COMENTARIO

  1. En los fundamentos de este artilugio están los del stimpmeter, aparato con el que los greenkeepers miden la velocidad del green.

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