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El áspero liderazgo de Carlota

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Carlota Ciganda en Des Moines. © Alicia Garrido
Carlota Ciganda en Des Moines. © Alicia Garrido

– El rol de Carlota Ciganda en el actual equipo europeo de la Solheim había cambiado a la fuerza en esta edición. Tiene más galones. Los que se había ganado semana a semana. Mucho más, con la inesperada ausencia de última hora de Suzann Pettersen. Por eso, no es la suya una situación sencilla después de la primera jornada, en la que no le salió nada, en la que no encontró nunca el ritmo o lo que suele llamarse ‘el momento’.

Ahora, a las duras, mucho más que en cualquier otro momento, la navarra debe entender y asimilar que el liderazgo en un grupo no es sólo una cuestión de puntos. No se suma sólo haciendo birdies, aunque sean tan importantes. En este sentido, el perfil de jugadora y persona de Carlota ofrece absoluta garantía y no va a defraudar a las capitanas ni a sus compañeras.

A partir de ahí, además, y como le sobra el amor propio, ella ya anda maquinando cómo y de qué manera se las va a arreglar para darle dos puntos a Europa, uno en el fourball de esta tarde (creemos que lo va a jugar) y otro en los individuales de mañana… Acudiendo a un tópico muy sobado, cierto, no queda más remedio que concluir que necesita ser ella misma, soltarse, liberar el juego. Porque se le ha visto demasiado preocupada en el campo.

– A veces da la sensación de que en la Solheim, igual que en la Ryder, gana el equipo mejor y más completo cuando se juega en suelo europeo, y lo hace el que mejor patea cuando se disputa en suelo americano. No dejan de ser matices de lo más subjetivos; al final, en un continente o en el otro, con el alto nivel de los participantes, es cierto que la definición en los greenes resulta siempre decisiva. Sobre todo la conversión de esos putts de media y larga distancia que tanto descolocan al rival. Y no cabe duda de que, en conjunto, las norteamericanas lo han hecho mucho mejor en esta parcela en la primera jornada.

– Magnífica ha sido la impresión que ha dado Georgia Hall en su debut Solheim. Jodi Ewart Shadoff, por su parte, sólo jugó ayer un punto, y lo perdió, pero su nivel de juego fue muy alto. Igual que el de Caroline Masson, por la mañana y por la tarde.

– No anda Europa, parece, como para permitirse el  lujo de sentar a Nordqvist esta tarde en los fourballs. Si su enfermedad (mononucleosis) lo permite, debe ser un pilar fundamental también en la sesión vespertina.

– Dicho todo esto, se echa en falta en las europeas un punto más de emotividad, de pasión… De concentración. Es como si todas, de un modo inconsciente, se hubieran echado en los brazos del inequívoco y omnipresente  liderazgo de Sorenstam. Pero la capitana, a la hora de la verdad, no está en el campo con los palos en la mano…