Stacy Lewis, capitana de Estados Unidos, se encuentra en plena visita de reconocimiento a Finca Cortesín, el campo que acogerá dentro de poco más de un año la Solheim Cup. Llegó a España el lunes, inspección con escuadra y cartabón el trazado el martes y hoy miércoles está jugando de nuevo 18 hoyos. Regresa a casa el próximo jueves y ya no volverá al campo de Casares hasta la Solheim Cup.
Cualquiera diría que es poco. Dos días de investigación para un escenario donde habrá tanto en juego se antoja escaso. Eso sí, la impresión puede cambiar diametralmente si uno se hubiera hecho este martes los 18 hoyos con Stacy Lewis. Es metódica al máximo. Hizo mil preguntas. Examinó cada tee, cada green, cada caída de drive. Palpó Finca Cortesín palmo a palmo y se llevó un sinfín de anotaciones que serán cruciales para la preparación del torneo. La norteamericana ha sorprendido a todos por su nivel de detalle tan exhaustivo.
Finca Cortesín le ha encantado. No tardó ni cinco minutos en apreciar las posibilidades infinitas que tiene este campo para el match play. Le maravilla la idea del par 4 corto para empezar como hoyo 1. Sabe también que será exigente desde el punto de vista físico, tanto para el público como para las jugadoras, pero no tiene ninguna duda de que será un escenario ideal para un torneo de esta categoría.
Todo le gustó. Apenas hizo alguna apreciación sobre la posición del algún tee, poca cosa, y alucinó con los greenes del campo malagueño. «Son los mejores greenes de bermuda que he jugado en mi vida», comentó en varias ocasiones. Estaba firmes y rápidos y le encantó. En rojo apuntó la sacada de búnker del green del hoyo 15 recibiendo todo el tiempo cuesta abajo. Es un lugar a evitar, tiene claro la texana.
Lewis no ha tenido tiempo sólo de jugar al golf. Está disfrutando muchísimo de Andalucía y de la Costa del Sol. «El camino en coche del aeropuerto al campo de golf es suficiente para saber por qué esto es un lugar idílico de vacaciones», aseguró. Es la primera visita que realiza en su vida a España y promete volver en el futuro, pero sin obligaciones laborales.
También está disfrutando en grande de la gastronomía. El mismo lunes estuvo cenando en el Alabardero Beach. Le encantó el arroz. Igualmente, ha aprovechado para visitar algunos lugares de la zona y le ha servido para practicar un poco más su español. Como buena texana, donde lleva toda la vida viviendo, está acostumbrada a convivir con nuestro idioma. «El escrito lo entiendo más o menos por contexto, el oído un poquito, pero no lo hablo. Eso todavía no». Tiene un año por delante para practicarlo y hacerle un guiño al público local. Por cierto, ha dejado huella por su cercanía y su simpatía en las horas que ha estado en España, bastante lejos de la imagen seria y fiera que transmite cuando compite.
