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La gran transición, el reto de Harrington

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Padraig Harrington en la Ryder Cup de París, 2018. © Golffile | Thos Caffrey
Padraig Harrington en la Ryder Cup de París, 2018. © Golffile | Thos Caffrey

No hace falta correr el riesgo de vaticinar si algunos jugadores del peso de Justin Rose o Sergio García no estarán en el equipo europeo de la Ryder de 2022, en Roma (entonces ambos tendrán 42 años), para entender que a Padraig Harrington, flamante capitán, le ha tocado en suerte llevar sobre sus espaldas el cierre de una apasionante y delicadísima transición en la edición de 2020, iniciada ya en 2018.

Porque, con Rose y Sergio o sin ellos, sí parece evidente que en Roma, dentro de tres años y medio, el equipo europeo será muy diferente del que se alineó hace unos meses en París. La transición, dulce o no tan dulce, deberá hacerse por tanto en suelo americano. Por una parte,  por supuesto, se realizará de un modo natural a través de esas ocho plazas que los jugadores se ganan en el campo durante el año Ryder, pero un tercio del equipo será elegido a dedo por el capitán y esa es la ecuación que, si mucho no nos equivocamos, resultará más interesante…

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Es muy probable, por no decir seguro, que a algunos de los novatos de 2018 (Rahm, Fleetwood, Hatton, Olesen y Noren) se les unan algunos novatos en 2020 y aunque a día de hoy es poco menos que osado hacer una lista de futuribles, en este interesante punto sí merece la pena correr el riesgo, por puro divertimento, matizado entre interrogaciones: ¿Matt Wallace? ¿Lucas Bjerregaard? ¿Victor Perez? ¿Tom Lewis? ¿Sam Horsfield? ¿Thomas Detry? ¿Paul Dunne? ¿Adrián Otaegui? ¿Aaron Rai? ¿Marcus Kinhult? ¿Adri Arnaus? ¿Jordan Smith? Es posible, por tanto, que el de 2020 resulte uno de los equipos más inexpertos y será en este punto donde el liderazgo de Harrington y su modo de entender la capitanía cobrarán relevancia. De entrada, el mismo día de su nombramiento, se apresuró a irle concediendo el papel de líder indiscutible del equipo a Rory McIlroy, estrategia que tiene mucho que ver con esta transición de la que hablamos…

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Tampoco hay que engañarse y mucho menos asustarse ante el reto. Al fin y al cabo los equipos cambian cada dos años mucho más de lo que aparenta. En 2016, sin ir mas lejos, debutaban en suelo americano seis jugadores (Willett, Pieters, Sullivan, Cabrera Bello, Fitzpatrick y Wood) en lo que parecía un arranque claro de transición que luego no terminó de asentarse. En aquella Ryder, no obstante, la otra mitad de la escuadra estaba compuesta por jugadores que en aquel momento ya habían disputado al menos tres ediciones.

Cabe señalar, por último, que Harrington no es el capitán más popular a este lado de los pirineos. Es una realidad, pero no deja de ser ya un tanto aburrida y desfasada. Una vez que Sergio García bendijo la elección del irlandés y valoró sus innegables capacidades, se trata de remar todos en el mismo sentido. Puestos a pedir y a soñar, y aunque aquí nadie se chupa el dedo, sería todo un detalle por parte del capitán que tratara de convencer a Olazábal para que estuviera en Wisconsin en su ‘staff’ dentro de veinte meses, teniendo en cuenta que en aquella escuadra podrían juntarse unos cuantos españoles…

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