Inicio Blogs David Durán La revancha de Rahm, un aliciente que no se paga con dinero

La revancha de Rahm, un aliciente que no se paga con dinero

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Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm. © Golffile | Ken Murray

La peor tarjeta de Jon Rahm como profesional fue, con mucha diferencia, la que firmaba el año pasado en la tercera ronda del THE PLAYERS. Un abultado 82 que en realidad fue la consecuencia de una jornada poco menos que suicida, en la que el joven vasco respondía a cada error con mayor agresividad y riesgo en el siguiente golpe, cayendo en la trampa del TPC Sawgrass, la gran obra de Pete Dye. Un campo que elude con grácil cintura la lucha cuerpo a cuerpo y que, si vas ciego y al bulto, te machaca el hígado mientras baila a tu alrededor… Puedes ser agresivo (y hasta debes, si quieres ganar), pero en situaciones puntuales, escogiendo bien el momento oportuno, calibrando, midiendo.

La alucinante evolución de Rahm está ligada al talento, claro, pero sobre todo a la frenética velocidad con la que aprende

Es posible que no sea el campo que mejor le va a su juego. Sin embargo, si algo nos ha enseñado Rahm es que tiene recursos sobrados para hacerlo bien donde sea. Puede que el de Barrika sea impulsivo, pero no hay que dejarse engañar por las apariencias: detrás de la careta de ‘Rahmbo’ se esconde un jugador extraordinariamente astuto. Toma nota de todo. Es un aprendiz voraz. En este sentido recuerda a Nadal. Su alucinante evolución está ligada al talento, claro, pero sobre todo a la frenética velocidad con la que aprende.

John Rahm en el TPC Sawgrass durante la segunda ronda del THE PLAYERS Championship 2017. © Golffile | David Rosenblum
John Rahm en el TPC Sawgrass durante la segunda ronda del THE PLAYERS Championship 2017. © Golffile | David Rosenblum

Jon Rahm | Declaraciones previas al THE PLAYERS Championship

Por todo ello, el aliciente de ‘su revancha’ con el TPC Sawgrass es impagable. Nada ni nadie le asegura, nos asegura, que esta vez vaya a salir airoso o victorioso del reto, pero no nos olvidemos tampoco de que el año pasado, antes de aquella jornada negra, comenzaba con un 68 en la primera ronda, en tercera posición, a un golpe de los líderes… Lo dicho: pura densidad bruta de talento. Y ahora, que nos enseñe también lo que aprendió del revolcón.

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