– El Honda Classic y el Champion course del PGA National, un bello monstruito y soberbio rompecabezas para los profesionales, son una prueba suficientemente fiable: Tiger ya es capaz de mostrarse competitivo ante los mejores y en los escenarios más exigentes. Puede por tanto trazarse una línea, un antes y un después. Nos lo ha demostrado, pero sobre todo se lo ha demostrado a sí mismo, lo que teniendo en cuenta de dónde venía, resulta de capital importancia. El mundo del golf ya celebraba su retorno. Ahora se relame.
Tiger ya es capaz de mostrarse competitivo ante los mejores y en los escenarios más exigentes
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– Su versión más terrícola, humana, todavía genera más adeptos. Es una apreciación subjetiva, personal, y que no tiene que ver con el juego, o no solamente. Tiene que ver con el hecho de que mire a los ojos de quien lo entrevista recién concluido el torneo, da igual si ha terminado con doble bogey y bogey, como fue el caso; con el grado de complicidad que muestra con los aficionados, justo y contenido, que cada cual es como es, pero muy superior al de antaño.
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Tiene que ver también con el hecho de haber jugado en Riviera y en el PGA National, dos campos que no entran en la relación de sus ‘jardines’, como prueba de que el reto no solo apunta a la reconstrucción urgente y obligatoria del ego ganador. Va más allá. Quiere ganar, lo desea con todas sus fuerzas, pero hoy no es lo único que da sentido a su vida.
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Tiene que ver con que Sam Burns, su inexperto compañero de partido en la última jornada, haya señalado expresamente que la experiencia le ha resultado inolvidable, y no por el hecho de haber compartido un domingo con el gran campeón, que también, sino sobre todo por el excelente trato y la complicidad (de nuevo) que hubo entre ambos.
A Rafa no hay quien lo baje del burro
-Señora Ana Patricia Botín (dicho así a voleo el nombre y el apellido…) ¿no le apetece traer a Tiger Woods de nuevo a España, donde no juega desde el año 2000, para verlo junto a Sergio, Rahm, Rory y compañía? La petición, cierto, no puede ser más ingenua, pero pónganse ustedes a hacer cuentas del rédito que supondría tal acción, que iría muchísimo más allá de la propia semana del torneo… Aunque no lo parezca o resulte inverosímil, este Tiger, más humano y quizá algo más vulnerable, pero competitivo y hasta campeón de nuevo (si la espalda aguanta es cuestión de tiempo: nos lo han dicho sus hierros), vende más y mejor.