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Ese instante en el que Jorge, al fin, se queda solo tras la victoria…

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Jorge Campillo. © Golffile | Phil Inglis
Jorge Campillo. © Golffile | Phil Inglis

Pasan unos minutos de las siete de la tarde en Rabat. Al fin ha terminado el extenuante homenaje a los campeones del Trofeo Hassan II y la Lalla Meryem Cup. Jorge Campillo llega a su habitación de hotel, en el Sofitel, después de atender a todos los medios, saludar al Príncipe Moulay Rachid, citarse con él para el ProAm del próximo año, hacer una y mil fotos, recibir la daga de campeón y, sobre todo, organizar la complicada logística para el traslado del preciado trofeo a España.

Jorge entra en una nueva y excitante dimensión

Han pasado más de tres horas desde que levantó los brazos en el green del hoyo 18 y se abrazó con su caddie, Borja Martín-Simo. Es la primera vez que se queda solo. Se tumba en la cama y agarra el teléfono móvil. Mete la contraseña y saltan cerca de doscientas conversaciones de whastapp. La tecnología hoy en día también puede servir de termómetro para medir el cariño de la gente.

Campi abre primero el chat familiar. Lo importante es lo importante. Lee los mensajes de todos. Lento. Se toma su tiempo. Los vuelve a leer. Es su momento más íntimo. Está feliz, muy feliz, pero de manera inevitable se acuerda en ese instante de los que ya no están y no le han podido ver ganar. En realidad, todos los recuerdan…

Campillo supera su techo en el ranking mundial

En ese momento, en silencio y en paz absoluta, en la soledad de una habitación de hotel, a Jorge se le escapan algunas lagrimillas… Las únicas del día. No son muchas, pero son absolutamente sinceras. De felicidad y tributo a los que ya no están. Es la única licencia que se permite. Y es que Campillo no es de los que dejan aflorar sus emociones fácilmente. Se hace un ‘selfie’ y lo manda al grupo. Está solo tumbado en una cama con la daga de campeón a su lado, pero en realidad, gracias a la tecnología está con todos.

Jorge se pasa la noche leyendo los mensajes y respondiendo a todos. Aún tardará en abrir las redes sociales. La avalancha es brutal. Cada whastapp es especial y bonito. Entre ellos, destaca la felicitación de Jeff Overton, jugador norteamericano que llegó a jugar una Ryder Cup y que estuvo en la Universidad de Indiana poco antes que Jorge. También recibe unas palabras del coach Mayer. Pasan los años, pero la uni siempre está ahí. Es una hermandad. La otra familia. También se emociona leyendo los mensajes de los responsables de las Bodegas Williams and Humbert, el patrocinador (lo verán en el polo como Cubical) que siempre ha estado al lado de Campillo.

David Durán | Antes se sumarán unos cuantos Grandes que viviremos otro doblete

Por supuesto, el gran capitán no tarda en sumarse a las felicitaciones. Siempre entrañable. Siempre sentido. José María Olazábal le da la enhorabuena y le dice: “ojalá pudiera jugar al golf como tú”. Genio y figura. Doble campeón del Masters. Después, apaga el móvil, sólo un rato, agarra la daga y se marcha a cenar con el resto de la Armada. Se brinda dos veces por el campeón. Ya no hay lágrimas, sólo risas y, por supuesto, mucho debate electoral.