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En la India todo puede irse al traste en un abrir y cerrar de ojos…

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Salida del hoyo 15, uno de los más complicados del campo de la India. © Raúl Quirós
Salida del hoyo 15, uno de los más complicados del campo de la India. © Raúl Quirós

Tenemos varios y suculentos alicientes en el Hero Indian Open de esta semana. Para empezar, la presencia de Carlos Pigem, que el año pasado finalizaba aquí en quinta posición, aunque salía a la última ronda con opciones más que reales de victoria. Por otro lado, hasta siete jugadores van a tener todavía la posibilidad de meterse en el WGC Dell Match play, cuyo plazo se cierra después de esta semana. Para ello, tienen que meterse entre los 64 primeros del mundo y cada cual tiene un mínimo que cumplir: a Chris Wood, Tanihara, Lahiri y Emiliano Grillo sólo les vale ganar; Julian Suri necesita acabar octavo, Joost Luiten, décimo, y Shubhankar Sharma, el hombre de moda, necesita un puesto entre los 18 primeros. Por desgracia, a Pablo Larrazábal, el español presente con mejor ranking mundial, no le valdría siquiera el triunfo.

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Pero hay otro poderoso aliciente, seguramente el mayor de todos, que es en sí mismo el DLF Golf & Country Club, el escenario del torneo, y más concretamente el recorrido diseñado por Gary Player, un auténtico test de buen juego y resistencia. Un campo que por momentos roza lo grotesco, hay que reconocerlo, pero que no deja de ser una durísima prueba para los profesionales. Así es porque así lo quieren los señores Kushal Pal Singh y su hijo, Rajiv Singh, dueños de DLF, la compañía constructora más importante de la India que da nombre a este complejo golfístico.

Kushal Pal Singh y su hijo, Rajiv Singh, dueños de DLF, la compañía constructora más importante de la India que da nombre a este complejo de golf aspiran a que su campo se gane la fama de monstruo

Los Singh no se andan con paños calientes: aspiran a que su campo se gane la fama de monstruo, de ser el más difícil del mundo para los profesionales, o al menos uno de ellos. Y son duros a la hora de negociar con el circuito europeo, que trata de suavizar en parte los ingentes ‘recursos’ que tiene el campo para hacer la vida imposible, más que nada para que las vueltas puedan terminarse en un tiempo más o menos decoroso (el año pasado el último partido del jueves tardó más de seis horas en completar el recorrido y hubo otro partido que tardó 46 minutos en jugar el hoyo 4, primer par 5 del campo…).

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El año pasado el último partido del jueves tardó más de seis horas en completar el recorrido y hubo otro partido que tardó 46 minutos en jugar el hoyo 4

¿Cuáles son esos ‘recursos’? Para empezar, el penissetum, una planta local muy abundante en el campo y que son algo así como arbustos que lindan con las calles, sobre todo por los primeros nueve hoyos, y a donde es mejor no ir, pues es multitud de casos tienes que regresar al tee. El campo, si se juega desde atrás, es muy largo, y por ejemplo se van a jugar desde atrás los hoyos 16 (par 3 de 256 yardas), el 17 o el 10, que tiene una salida diabólica. No se jugará desde atrás el 14, tal y como esperaban los Singh, un par 4 que puede convertirse en una pesadilla, con un green rodeado de piedras de cantera y agua situado treinta metros sobre el nivel del segundo tiro… En general, los grandes desniveles son moneda corriente por los segundos nueve hoyos, así como las largas distancias entre hoyos, por lo cual se habilitan varios puntos en los que los jugadores son desplazados en buggies.

El penissetum, una planta local muy abundante en el campo y que son algo así como arbustos que lindan con las calles, es uno de los grandes enemigos de los jugadores

El hoyo 15, es otra joyita, y en general el último tercio del campo puede acabar con el más pintado. El 15 es un par 5 que se va a jugar desde atrás del todo (unos 580 metros), y desde allí no se corona una cuesta que hay a 255 metros, con lo que luego tienes que pegar un tiro ciego con madera o hierro largo a una calle de sólo 18 metros de ancho, dejándote todavía un tercer tiro de unos 120 metros a un green vertiginoso…

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Se han buscado al milímetro las cuatro posiciones de bandera más sencillas en todos y cada uno de los greenes del campo

Los greenes, en efecto, son muy movidos, aunque el director del torneo, José María Zamora, ha confirmado a Tengolf que se han buscado al milímetro las cuatro posiciones de bandera más sencillas en todos y cada uno de los greenes del campo (otra vez, pensando sobre todo en la agilidad del juego y en restar algo de estrés innecesario). En fin, el año pasado el corte se situó en +6 y este año debe rondar y hasta superar esa cifra, y eso que no se espera mucho viento; y el ganador, Chawrasia, se fue hasta -10, pero sacó siete golpes al segundo, Gavin Green y tan solo siete jugadores terminaron por debajo del par, entre ellos Pigem y Cabrera Bello, que este año no está.

Acompañan a Pigem y Larrazábal otros tres españoles: Nacho Elvira, Scott Fernández y Javier Colomo. Todos ellos se enfrentan a uno de los más peculiares y complicados retos del año, un escenario donde los errores se pagan carísimo en un 95 por ciento de las ocasiones… La suerte está echada.

Aquí puede seguir los resultados en directo