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Quirós, un ‘tapado’ que hoy se ve con más recursos para tomarse la revancha

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Álvaro Quirós hoy miércoles durante el pro-am en Valderrama. © Bosco Martín
Álvaro Quirós hoy miércoles durante el pro-am en Valderrama. © Bosco Martín

La historia de Álvaro Quirós y Valderrama es de amor y odio. O quizá sea más exacto decir de amor y frustración. Amor, porque el de Guadiaro es un fijo en las instalaciones del club, donde suele entrenarse, vecino como es de Sotogrande, y además se rinde incondicionalmente al permanente estado de excelencia que presenta el campo. Y frustración, porque a pesar de ser uno de los jugadores profesionales que, por ejemplo, mejor se conocen sus vertiginosos greenes, rara vez le ha hecho pocas a este campo en competición.

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Los números no mienten: Álvaro ha jugado seis torneos en Valderrama y ha fallado tres cortes. Ha disputado hasta la fecha 17 rondas de competición y en ocho de ellas firmaba registros de 76 o más golpes; y sólo en tres bajaba del par del campo, dos de ellas el año pasado, cuando en un torneo a tres rondas completaba la que ha sido, de largo, su mejor actuación (acababa 16º con vueltas de 68, su mejor resultado de siempre, 70 y 74).

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Sin embargo, y sin miedo alguno a las supersticiones, Álvaro Quirós cree que este año, en verano y con los greenes mucho más secos y duros que en octubre o noviembre, es sin duda en el que tiene más opciones de tomarse al fin la esperada revancha. La explicación técnica es muy clara: pegando hierros muy cortos a green, Quirós tiene en otoño muchos más problemas para evitar los efectos (spin de retroceso, sobre todo) en unos greenes más bien blandos, mientras que esta semana ha sentido que tiene más control de la situación, al estar los greenes muy duros.

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A partir de aquí también es plenamente consciente de que en Valderrama, para empezar, hay que coger calles, pero puntualiza que “mis problemas de resultado en Valderrama nunca solían venir desde el tee, sino más bien con los segundos tiros. En ese sentido no es un campo donde yo haya podido nunca sentirme cómodo: es cierto que el año pasado hice un resultado más que decente y se jugó en otoño y con greenes muy blandos, pero creo que fue porque aquella semana sí conseguí mantenerme muy paciente y jugar todo lo bien que pudiera con las cartas que tenía. Normalmente, después de cuatro o cinco hoyos empezaba a pensar: ya estamos con lo de siempre, no voy a poder dejar la bola cerca de la bandera. Está claro que los grandes jugadores tienen que saber jugar con lo que tienen ese día, sin hacerse otros planteamientos ni lamentarse, y eso es lo que yo tengo que conseguir”. Una sabia y serena reflexión, por cierto.

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Por todo ello, y teniendo además en cuenta que su nivel de juego ha subido en sus últimas apariciones (viene de firmar un tercer puesto en Alemania), lo mínimo que puede hacerse es colgarle la etiqueta de ‘gran tapado’ esta semana. No es que Valderrama le deba nada, como él dice, porque al fin y al cabo lo acoge y cuida muchos días al año, pero quizá haya llegado el momento en que los dos, jugador y campo, puedan remar al fin en el mismo sentido cuando llega la hora de la verdad, que es la competición.

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