Dustin Johnson es como su drive. Superlativo. Magnífico. Excesivo. Sus distancias se salen de lo normal y su manera de ganar… y de perder, también. Seguramente no es una casualidad, sino aspectos íntimamente relacionados. Son las características que configuran su retrato robot como jugador.
Ra-ta-ta-ta-PAN
Este último domingo en el RBC Heritage hemos asistido a su versión excesiva devastadora. La mala. DJ salía como líder solitario del torneo con un golpe de ventaja y acabó en el puesto 28º tras entregar una tarjeta de 77 golpes. Es la tercera vez que hace 77 o más en una última ronda saliendo como líder. Las otras dos veces fueron en el US Open de Pebble Beach en 2010 y en el WGC HSBC Champions de 2017.
¿Se podría decir que el genial jugador de Carolina de Sur sufre para abrochar los torneos?
El de Dustin Johnson es único. Como su golf. Como su poderío. Nadie en los últimos 15 años ha hecho más de una vez eso de salir de líder y acabar con 77 golpes o más en la ronda final. ¿Significa eso que Dustin Johnson tiene problemas los domingos? ¿Se podría decir que el genial jugador de Carolina de Sur sufre para abrochar los torneos?
Sinceramente, parece una temeridad llegar a esa conclusión con un golfista que ha ganado veinte veces en el PGA Tour, tiene un Grande en su palmarés, seis Campeonatos del Mundo, es Número Uno y acumula doce años seguidos ganando en el circuito americano. No, perdonen, pero Dustin Johnson no tiene ningún problema para cerrar sus victorias. O al menos, no tiene más que otros.
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Simplemente, DJ es un golfista a la tremenda. Cuando pierde, pierde de verdad, y cuando gana, normalmente lo hace a lo grande. De hecho, sus últimas cuatro victorias han sido con cinco, tres, seis y ochos golpes de ventaja sobre el segundo. Descomunal. De sus veinte triunfos, en diez ocasiones se impuso por tres golpes o más sobre su más inmediato perseguidor.
Así las cosas, una conclusión más factible es que Dustin Johnson juega siempre con un plan muy agresivo de ataque. Cuando le sale bien, es capaz de reventar a cualquiera que le salga al paso, pero cuando le sale mal se le sale la cadena más que a nadie. Llevando el ejemplo al ciclismo, sería como un poderoso escalador. Cuando logra imponer su ritmo y tiene el día es imposible de seguir, pero en el momento que le entra la pájara, es capaz de perder una minutada.
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También es cierto, en cualquier caso, que hay veces en las que no ocurre una cosa ni la otra, simplemente juega bien, acaba arriba y hay otro jugador que ha conseguido ser mejor que él. Poco más. En cualquier caso, no hay un jugador en el mundo más excesivo que él.
