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El secreto mejor guardado de Sergio García

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Sergio García, justo después de pegar una madera sublime en la salida del hoyo 1. © Golffile | Ken Murray
Sergio García, justo después de pegar una madera sublime en la salida del hoyo 1. © Golffile | Ken Murray

Sergio García (-7) es un jugador de sensaciones. Y esas sensaciones son suyas, íntimas e intransferibles. Adentrarse en ellas es prácticamente como desnudar el alma del jugador de Borriol. Como sacar a la luz los trucos de un mago.

Hoy llegó al campo de prácticas del Golf Chapultepec con dos ideas en la cabeza para intentar enderezar un swing que ayer no fluyó como acostumbra. Sólo le hizo falta pegar dos o tres bolas para darse cuenta de que algo había cambiado. Las dos ideas estaban funcionando. Lo de ayer iba camino de quedarse en un mal sueño, en una anécdota pesada.

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No tardó en confirmarlo donde se cuecen las habas. Pegó una salida espectacular en el hoyo 1 y se dejó una opción de eagle de poco más de siete metros. Acto seguido reventó la bola desde el tee, se saltó el dog leg de izquierda a derecha y la puso en el umbral del green. Un misil fantástico de 339 yardas.

Sí, definitivamente, su swing había hecho borrón y cuenta nueva. Este fenomenal inicio, rematado con otro birdie en el hoyo 3, era el cemento que necesitaba para terminar de consolidar al nuevo Sergio. Un nuevo Sergio fraguado con apenas dos ideas en el campo de prácticas y unas 18 horas de diferencia.

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Su segunda vuelta en Chapultepec no ha tenido nada que ver con la primera. En sus primeros seis hoyos había cogido ya tantas calles como ayer. Ha acabado cazando doce de catorce y catorce greenes. Su media de distancia el jueves fue de 293 yardas y hoy se ha ido a 329. El día y la noche. Realmente, sólo ha tenido un par de golpes malos de los 66 que ha tirado hoy, tercera mejor vuelta de la jornada. Han sido el segundo del 14, con una pelota que salió algo rara desde el rough, y el primero del 18. Pegó un hierro 5 para asegurar la calle y evitar el búnker y el rough, pero no salió bien, tocó en una rama de un árbol por la izquierda y acabó haciendo muy pocos metros.

El resto de su golf ha sido un espectáculo. Sin duda, uno de los grandes momentos de su ronda fue el segundo golpe en el hoyo 6, un eterno par 5 cuesta arriba. Pegó con todo a la madera 3 desde la calle. Tenía unos 300 metros a la bandera, bien defendida por un lago frontal que se extiende por la izquierda, y la dejó en green. Enorme.

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La pregunta del millón es cómo puede cambiar tanto un jugador de un día a otro. Y la verdad es que no hay una respuesta, o al menos una respuesta concisa y certera que lo explique todo. La respuesta que nos gustaría. “Lo raro es lo de ayer, lo habitual es que Sergio juegue como hoy”, asegura su hermano con la bolsa aún al hombro. Seguramente, la explicación sea simplemente que así es el golf, que un día te sientes imbatible y al siguiente no haces más que darte en el pie. Quién sabe.

Sergio García y su hermano Víctor, en el tee del 1 de Chapultepec. © Ken Murray | Golffile
Sergio García y su hermano Víctor, en el tee del 1 de Chapultepec. © Ken Murray | Golffile

Desde luego, DeChambeau no compartiría jamás esa teoría, pero a veces es lo más fácil para digerir la continua montaña rusa en la que se vive en este deporte. Cada uno tendrá su propia teoría. Sea lo que fuere, Sergio García se ha metido hoy en la pelea por la victoria en México. Es cuarto, a cuatro golpes del liderato.

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Antes de liquidar el asunto de las sensaciones, hacemos un último intento para saciar nuestra curiosidad periodística y golfística, fundamentalmente para poder contárselo a ustedes. Le preguntamos a Sergio si puede compartir al menos alguna de esas ideas con las que llegaba al campo de prácticas. Sonríe, niega con la cabeza y pone esa mirada de “me encantaría, pero si lo hiciera tendría que matarte”. Son sus sensaciones. Y punto. Lo seguiremos intentando…

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