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Los dilemas de Carnoustie que cada uno resolverá ante el espejo

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Tiger Woods sonríe con Justin Thomas durante la ronda de prácticas.
Tiger Woods sonríe con Justin Thomas durante la ronda de prácticas.

El amarillo lo inunda todo en Carnoustie. El paisaje y las conversaciones. No se habla de otra cosa. Las calles están duras como el mármol y los libros de yardas han saltado por los aires. El inusual verano seco de Escocia se ha encargado de meterle pólvora al Open. Tomen un buen asiento el jueves y prepárense para disfrutar de un British con mucha miga.

La estrategia va a jugar un papel crucial esta semana. No hay una sola manera de jugar Carnoustie. No, este Carnoustie, no. Al contrario. Habrá jugadores que directamente dejen el driver en el hotel, otros van a apostar por los driving-iron, ya saben esos palos híbridos que actúan como un hierro 2 y que cada vez son más habituales en las bolsas de los profesionales. Habrá también quien directamente tire de hierro. Hay mil hojas de ruta distintas para atacar este Carnoustie amarillo y todas son igual de buenas.

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Las calles están tan duras que se hace prácticamente imposible calcular dónde va a terminar la bola. De hecho, en función de dónde bote puede hacer la misma distancia de vuelo que rodando por el suelo. De locos. Impredecible. “Es un reto extraordinario. Cada hoyo te hace una pregunta distinta y no hay respuestas buenas o malas, a veces ni siquiera hay respuestas”, asegura en tono filosófico Colin Byrne, el experimentado caddie de Rafa Cabrera Bello.

“Es un reto extraordinario. Cada hoyo te hace una pregunta distinta y no hay respuestas buenas o malas, a veces ni siquiera hay respuestas”

Precisamente, quien sepa responder con más intuición y acierto a esas preguntas tiene muchas papeletas de ser el ganador esta semana. Aunque la primera cuestión clave que tendrán que resolver todos frente al espejo es qué hacer con el driver. Hay teorías para todos los gustos. Jon Rahm defiende que lo va a pegar cada vez que pueda. “Aunque falle la calle siempre estaré más cerca de green y como no ha llovido mucho el rough no es muy duro y no penaliza tanto, siempre tendré oportunidad de tirar a bandera… Y si no fallo la calle, voy a tener un palo muy corto en las manos”, asegura.

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El argentino Roberto de Vicenzo estaría orgulloso del joven de Barrika y probablemente le daría un abrazo. Y es que ése fue precisamente el consejo que le dio a Seve Ballesteros antes del Open de 1979 que se jugó en un seco Royal Lytham. “Pega el driver siempre que puedas”. El cántabro lo siguió a rajatabla y ganó su primer British.

El argentino Roberto de Vicenzo estaría orgulloso de Jon Rahm

No obstante, hay otras versiones. Tiger Woods, por ejemplo, está pensando seriamente no utilizar el driver. De hecho, se le ha visto practicando el domingo y el lunes con un nuevo prototipo de driving iron de Taylormade (GAPR LO). Si le termina de convencer no sólo dará descanso al driver, sino que también dejaría en el banquillo a su mítico hierro 2, el último palo de ‘los de siempre’ que Woods aún mantenía en su bolsa. Ése que le dio medio British Open en 2006 en un Royal Liverpool que también se tiñó de amarillo.

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El hoyo 18 es un buen ejemplo del caos mental que te puede generar estas condiciones en Carnoustie. Puedes pegar el driver y tienes el peligro de acabar en el arroyo que defiende el frente del green. También puedes apostar por pegar un hierro largo, pero con la dureza de las calles nadie te garantiza que la bola no acabe siendo engullida por el último búnker. Y si, en la versión más conservadora, apuestas por pegar un hierro 7, es posible que no llegues a la calle. Y todo esto sin mucho viento… Si el aire salta con fuerza, agárrense que vienen curvas.

Dicen los que allí jugaron que Royal Liverpool en 2006 estaba aún más seco, pero la diferencia es que las calles en Carnoustie son más onduladas, por lo que los botes son más irregulares. Según dónde impacte la bola se te puede ir 20 o 30 metros más larga o corta, a la derecha o a izquierda… Y ahí es donde entran en juego los búnkers. Habrá muy buenos golpes que acaben en los temidos búnkers y también habrá que saber lidiar con esa frustración.

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Finalmente, la decisión de utilizar el driver o no dependerá de la confianza que cada uno tenga con ese palo. Por eso decimos que la decisión se tomará frente al espejo. Aquellos que confíen en su palo largo no tendrán dudas de que esta semana su bolsa será el driver y trece más. Sin embargo, aquellos que no lo vean tan claro, incluso lo podrían dejar en casa. Todo vale esta semana en Carnoustie. Nadie tiene la fórmula mágica. La clave es que cada jugador encuentre la que a él mejor le vaya a funcionar. Una decisión de chinos, por aquello del amarillo.