Viaje mediante, vía Edimburgo, el Open Championship le asalta a uno de sopetón por el oído, más que por los ojos. Comienza de verdad cuando se escucha el alarido rebelde de las gaviotas sobre el links, el traqueteo intermitente de la estructura de las carpas al son del viento y la voz de cualquiera de los 156 profesionales desgranando qué se ha encontrado, qué se va a encontrar o qué espera…
Tee times: partidazos para los españoles en el arranque del Open
Hoy, buena parte de los enviados especiales españoles andábamos esperando a Jorge Campillo y Rafa Cabrera Bello en el green y alrededores del 18, cuya sola vista sobrecoge y emociona al friki. Es imposible no tratar de situar en el espacio físico a Van de Velde, a Harrington… Y a Sergio, claro. Aquel putt que no quiso entrar porque no le dio la gana. Charlamos con los dos jugadores españoles a escasamente ocho metros del lugar en el que el de Borriol sufrió aquella ingrata, maldita e injusta media corbata.
Siempre conviene entrar en la semana del Open de la mano de Seve…
Campillo nos cuenta muchas cosas, incluso lo hace mientras anda sacando bolas del bunker de la derecha, el de la península de verde en escorzo, penúltimo escollo que hubo de salvar Van de Velde para cerrar el trágico triple bogey y salir al desempate. Está alojado en el hotel del campo, a sólo unos metros del green donde nos encontramos, y nos confirma que no, que el precio de la habitación no es barato precisamente esta semana…
Al extremeño le gusta Carnoustie, la plaza en la que va a debutar en un Grande. Lo tiene bien trillado por el Alfred Dunhill Links que se disputa cada año. Pero claro, no es lo mismo y mucho menos este año seco: las calles están duras como piedras, mucho más que en octubre, de tal modo que a veces el jugador no encuentra la manera de coger el fairway. Se suelta ante los medios: su idea, su objetivo, es acabar el año dentro del top-50 del mundo para asegurarse el Masters. Así se habla, el mundo es de los valientes.
Rafa desmenuza aquel 18 de Van de Velde, golpe por golpe, señalando la ría, el rough al que fue de rebote tras el segundo tiro, tratando de comprender qué iba pasando por su mente y asegurando que de haberse ido al agua desde el tee habría ganado el Open. Si uno lo piensa bien, tiene su sentido.
Rafa encuentra un alivio capital en Carnoustie
Y también nos describe una de las grandes encrucijadas en las que se van a encontrar los jugadores esta semana, con las calles tan duras. Puedes pegar el drive y si lo haces correctamente vas a mandar la bola muchas veces a cuatrocientas yardas de distancia desde el tee… O puedes salir con palos más cortos, con hierros, en cuyo caso no es sencillo calcular cuál pegar para quedarte corto de los bunkers de calle, dejándolos fuera de juego, por lo tantísimo que corre la bola. Y es que el canario ha pegado algún hierro 5 estos días en Carnoustie que ha sobrepasado los 260 metros…
¿Se imaginan a un pegador atizando el driver en el tee del 18 de Carnoustie y llevando la bola hasta la misma ría que protege la entrada del green, aquella en la que Van de Velde llegó a descalzarse, situada a unas 450 yardas del tee? Pues no es ninguna tontería: podría ocurrir si, como hoy, el viento está a favor y los botes de la bola se producen en los lugares adecuados… Así nos lo ha confirmado Cabrera Bello, que de todas maneras prefiere jugar este pequeño monstruito con el viento a favor.
Y ya que estamos con el viento, otro de los lugares comunes cuando arranca el Open, adelantemos ya que va a soplar. Y lo va a hacer todos los días, con rachas puntuales que pueden alcanzar los cuarenta kilómetros por hora. Viento denso de las Islas Británicas a una intensidad media de unos 25 kilómetros por hora. Una delicia, vamos. Para verlo y sentirlo viene uno hasta aquí cada año.
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