Inicio US Open US Open 2019 A Sergio no le hace falta poner el ‘rictus’ de guerrero para...

A Sergio no le hace falta poner el ‘rictus’ de guerrero para pelear

Compartir
Sergio García, durante su primera vuelta en el US Open. © Ken Murray / Golffile
Sergio García, durante su primera vuelta en el US Open. © Ken Murray / Golffile

Son las 7,40 de la mañana en Pebble Beach y apenas quedan treinta minutos para que Sergio García salga a jugar la primera ronda de su vigésimo US Open consecutivo, de su 81º Grande consecutivo. Nos cruzamos con su hermano y caddie, Víctor, y nos empeñamos todos en ser positivos para concluir que esto del golf es una cosa muy rara: de repente metes un buen putt, pegas un buen golpe, enchufas un chipecito, y aquellas malas sensaciones van tornándose en confianza y ganas de pelea… Nada que no sepa cualquier golfista, sea profesional, aficionado o incluso recién llegado.

Arnaus, Rahm y Sergio agarran al US Open por el cuello

Cinco horas después, el genio de Borriol entregaba un 69, dos menos en el día, resultado mucho más que digno en vista del pequeño agujero en el que andaba metido estos días atrás. Había arrancado por el hoyo 10 con bogey, así que seguro que Víctor (y Sergio, también Sergio…) debió pensar: que largo se nos puede hacer el día. Al final, sin embargo, casi se les hace corto, de tan intenso y emocionante que ha sido.

Que a Sergio le sobra el talento no lo pone en entredicho ni su más recalcitrante detractor; pero es que además este jugador tiene más amor propio que el que él mismo está dispuesto a admitir o reconocer que tiene. Siempre está dispuesto a pelear, a dar una brazada más, aunque su lenguaje corporal, y hasta el que no es corporal, lo niegue. No le hace falta poner el ‘rictus’ de guerrero para pelear como el que más y ello, en muchas ocasiones y de cara al público, al aficionado, lleva a confusión.

Siempre está dispuesto a pelear, a dar una brazada más, aunque su lenguaje corporal, y hasta el que no es corporal, lo niegue. No le hace falta poner el ‘rictus’ de guerrero para pelear como el que más y ello, en muchas ocasiones y de cara al público, al aficionado, lleva a confusión

La vuelta, su vuelta, es una pequeña batalla campal: cuatro birdies, cuatro bogeys y un eagle. Pega golpes fantásticos, marca de la casa, y cuatro que son un auténtico desastre (así lo dirá después: los lleva contados) y, aunque termina ganando al campo, termina escocido. Muy escocido. Viene maldiciendo por la cuestecita que lleva a la caseta de entrega de tarjetas. Un putt corto para salvar el par errado en el último hoyo, el 9, tiene la culpa. Sin embargo, en realidad el error postrero no ha hecho tanto daño. Pocos minutos después se va dando cuenta de ello.

El suspiro de alivio de Jon se ha escuchado hasta en Plentzia

Sea como sea, insiste en que, diga lo que diga el resultado de la primera jornada, va a necesitar suerte incluso para pasar el corte este viernes y puede que tenga razón. No soy negativo, dice, sino más bien realista. Y puede que tenga razón. Pero cuesta dársela.