Phil Mickelson mira a la nueva temporada como un niño con zapatos nuevos. Ni siquiera un frío comienzo de 71 golpes en el Humana Challenge ha conseguido frenar las ganas que tiene de jugar al golf. Se ha preparado a conciencia durante el invierno, ha perdido unos diez kilos con un plan de trabajo específico y una dieta exigente, y ahora no hay quien lo pare. No es sólo un tema de que haya adelgazado, sino que además se siente mucho más saludable.
«Sé que no ha sido mi mejor vuelta de golf, pero si pudiera jugaba ya de nuevo 18 hoyos. Estoy con muchas ganas, deseando que arranque la segunda vuelta para seguir jugando al golf. Me siento muy bien físicamente y con buena salud. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan a gusto con mi cuerpo y quiere aprovecharlo en el campo», explicaba ayer un feliz Mickelson.
Tales son sus ganas de jugar que prácticamente es él mismo quien tiene que ir controlándose. «El problema cuando uno está con una actitud así es que hay que se disparan las expectativas y al final, tantas ganas pueden hasta perjudicarte», explicó. Mickelson empezó con cuatro birdies y tres bogeys, los tres casi consecutivos entre los hoyos 12 y 16 de La Quinta.
