Rafa Cabrera Bello (+6) se despide del US Open con una vuelta de 72 golpes. Se marcha con mucho bueno que guardar en la maleta, por ejemplo, es su séptimo corte consecutivo en Grandes, firmó una gran primera vuelta o luchó como un jabato el viernes para estar el fin de semana. Todo eso suma. Todo eso es positivo y no se puede dejar a un lado.
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Sin embargo, el canario es desde hace tiempo otro tipo de jugador. Tiene otro estatus. Está a otro nivel. El corte está bien y no se ningunea, pero no colma las expectativas, ni mucho menos. “Sinceramente, prefiero fallar un par de cortes y estar peleando por ganar en los otros dos Majors que pasar cuatro cortes y no verme arriba”, asegura.
“Sinceramente, prefiero fallar un par de cortes y estar peleando por ganar en los otros dos Majors que pasar cuatro cortes y no verme arriba”
La clave de Rafa esta semana ha estado en los hierros. Su juego corto ha sido notable y el putt ha rendido de una manera más que eficiente, pero le ha faltado su habitual consistencia en los tiros a green para meterse en menos problemas. Ha hecho mucho birdies (13 y dos eagles), pero se ha dejado mucho en el camino. Para que se hagan una idea, Gary Woodland llevaba trece birdies antes de empezar la última ronda. Así, el problema no ha estado en la capacidad de acierto.
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Nada más salir de Pebble Beach, Rafa ya se había tatuado en su mente Royal Portrush. Tiene la cabeza puesta en el Open Championship, donde confía en estar arriba peleando por el gran botín.
