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Al pie del pedestal

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Faltan 676 días

Rory McIlroy se ha subido él solito al pedestal. Sus registros recientes son incontestables. Sus maneras y determinación, además, nos han mostrado a un joven seguro de sí mismo y confiado en sus posibilidades, pero lejos de la arrogancia.

Porque hay que ver lo bien que ha lucido también al pie del pedestal. Cuando uno tiene que pisar de nuevo la tierra y explicar algún que otro suceso…

Seguramente el norirlandés ganó más de medio PGA con esa maderaza en la calle del hoyo 10 de Valhalla. Y no ha tenido reparos en explicar con pelos y señales cómo aquella bola salió disparada diez metros más baja de lo previsto y, sobre todo, casi quince metros a la izquierda de la línea planeada. «No pegué un buen golpe pero funcionó. Tuve suerte, verdadera suerte, parece que cuando uno pasa por un buen momento todo está dispuesto a caer de tu lado», sentenciaba con sencillez.

A ver, señores, lo normal hubiera sido escuchar algo como cualquiera de estas versiones:

1. «La bola salió algo más baja, aunque estaba buscando un tiro más penetrante y sabía que tenía que entrar por el lado izquierdo del green si quería dejarme una buena opción de eagle».

O bien:

2. «La bola salió cinco yardas más baja (no diez) de lo previsto y otras cinco más (no quince) a la izquierda de lo planeado».

O bien:

3. «Nunca puedes estar seguro del resultado de un golpe, pero pegué con fe y afortunadamente todo salió de la mejor manera posible».

O bien:

4. «La bola salió unos diez metros más baja de los previsto, pero exactamente en la línea que buscaba».

O bien:

5. «Tuve algo de suerte, pero la suerte hay que buscarla y yo la busqué y la encontré».

O bien:

6. «Así es el deporte, en esa ocasión tuve la suerte que necesitaba, pero en otras, durante esta misma vuelta, sobre todo durante los primeros nueve hoyos, el resultado fue peor de lo que merecía el golpe».