Nada como ponerse delante de la televisión a seguir una jornada de Ryder. No hay parangón. Es más agradecida la retransmision cuando se juega en Europa. Babuchas, Cola Cao y tira millas…
Tampoco tiene desperdicio el horario americano. Una flauta de salchichón ibérico y a correr. Es una montaña rusa. Puede llegar uno a pensar el mismo jueves que la Ryder está perdida, condicionado (hipnotizado) por el color rojo de los marcadores. Rojo sangre. Rojo pasión. Y esa Europa unida. Que uno llega a sentirse del mismo Dublín…
No puedo ni debo ser original con el tema de hoy. «Hicimos una promesa que juramos siempre recordar, no batirse en retirada, no rendirse. Como soldados en una noche de invierno con un juramento que defender. No batirse en retirada, no rendirse…»:
