Richie Ramsay y Paul Lawrie nos han recordado esta semana el trato reverencial con el que los británicos distinguen a Severiano Ballesteros. No es noticia, aunque no deje de emocionar.
Algo más curioso me sucedió este verano en Blackpool, durante el Open. Salíamos de cenar tres españolitos de un italiano y nos abordó un auténtico ‘homeless’: pelo enmarañado, algo así como una gabardina raída, dedos mugrientos, dentadura podrida… Trataba de vendernos unas extrañas revistas, cómics o algo así. Le dijimos que no con educación, pero el hombre no terminaba de marcharse.
Nos preguntó si éramos españoles y cuando se lo confirmamos exclamó:
-Oohhhh, Sevvy, Sevvy…
Y sonreía.
Lo tenía mucho más fácil con Iniesta o Xavi, porque no hacía mucho que España se había proclamado de nuevo campeona de Europa. Pero allí no hay color. Sevvy.