No puedo decir que jamás había hecho la compra en Mercadona, porque no es verdad. Pero a partir de ahora será algo así como un Mandamiento gastarme allí los cuartos.
Con la esperanza, además, de toparme por allí con algún sinvergüenza, megáfono en ristre.
-Oiga usted, señor ladrón, que hay que pasar por caja.
(Recomiendo vivamente, por cierto, el tomate frito de la casa y la bolsa top-ten de chucherías).