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Gordo como un pavo el día de Navidad

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Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera Bello. © TenGolf
Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera Bello. © TenGolf

No hace falta cantar una victoria del terruño en los States para regresar a casa gordo como un pavo en Navidad. Seguro que el golf español ha estado mejor representado en otros muchos majors que en este US Open, si nos atenemos a la cifra bruta de jugadores. Sin embargo, la compacta Armada que ha plantado cara al Oakmont Country Club ha mostrado una calidad y una profundidad que por desgracia no son la norma habitual. Todo llegará…

Comenzando por Sergio García, que sigue siendo el portador del estandarte y la referencia. Ha vuelto a verse sometido por las circunstancias y los rivales en un domingo de major, ciertamente, pero su actitud marca hoy la diferencia, lo hace más grande, más fiable y mucho más peligroso. Con 36 años cumplidos y 71 grandes a sus espaldas lo veo más cerca que nunca en mucho tiempo (más de diez años, diría) de ganar un puñado de grandes, si es que puede uno estar cerca de semejante objetivo, tan complicado. Ustedes me entienden. Y, sí, me refiero a un puñado, no a uno solo. Sergio, al fin, puede hablar de la posibilidad de ganar un Grande sin yuyu alguno, sin que le estalle un sarpullido en la piel.

Continuando por Rafa Cabrera Bello. Un valor seguro de constancia y evolución, empeñado en brillar con luz propia en un Grande de principio a fin, en luchar alguna vez por el triunfo. Ha jugado dos rondas de golf en Oakmont maravillosas, muy por encima de su resultado. Da gusto verlo en el campo. Es un jugador que responde exactamente al lugar que ocupa en el ranking mundial: puede que todavía haya treinta mejores que él en el mundo, pero no muchos más… Y a Rafa se le ve todavía un margen de mejora interesante porque él se empeña en estirarlo.

Y acabando por Jon Rahm. Muy poderoso y con una personalidad definida y potente en el campo. Es natural. Tiene carisma y un trasfondo de ingenuidad casi infantil que a la vez lo hace cercano. Es sobre todo un jugador de golf impresionante, cuajadito de recursos, y está convencido de que querer es poder, una herramienta psicológica o emocional, llámenla como ustedes quieran, que le da ventaja sobre la mayoría. El deporte español, no sólo el golf, está de enhorabuena con su irrupción en el profesionalismo.