Inicio Blogs David Durán Los grandes eventos en la cultura del golf

Los grandes eventos en la cultura del golf

Compartir

Si hablamos de la implantación de una cultura de golf en España, a todos los niveles, la mayoría estaremos de acuerdo en que lo que necesitamos son muchos guadiaros y muchas las cañadas, si se me permite la expresión. Un pueblo, una comarca, un minúsculo territorio en el que los catorce palos se miran y se tocan casi con la misma naturalidad que se mira y se toca un Ipad, una azada o un balón de fútbol. Cultura, así pues, en un sentido sobre todo etimológico, que tenía más que ver con la acción de cultivar, preservar, proteger… La Real Federación Española de Golf debiera tener allí un observatorio permanente (es un modo de hablar, no se me enfade nadie antes de tiempo).

Sería necio y ramplón reducir a un solo ingrediente la fórmula de la poción mágica de Guadiaro (cuando se trata de cultura de golf en España siempre me ha gustado equiparar a la población gaditana con la irreductible aldea gala de Astérix). Pero no me cabe ninguna duda de que el Volvo Masters fue un elemento de la receta que puso algo más que sabor. Mucho más. El hecho de que el green del hoyo 3 de La Cañada y el green del 13 de Valderrama estén separados por apenas quinientos metros es sólo una metáfora de la indescriptible red de vasos comunicantes que une a ambos campos, a ambos conceptos del golf, y aquel torneazo y sus más de veinte años de celebración fueron piedra angular de tan imbatible aleación.

Es cierto que se trata de un caso especial, difícilmente repetible. Pero sirve, vaya si sirve, como valioso ejemplo: cuando se piensa y se planifica a lo grande, lo normal es que se produzca algo grande, que cala, que deja poso, que hace costumbre. Suele ser así, incluso, aunque finalmente te quedes corto del gran objetivo, sea el que sea.

A la Real Federación Española de Golf, cuya principal misión debiera ser a largo plazo la implantación de una cultura sólida de golf en nuestro país (no existe mejor modo de fomentar que enraizar), se le ha ‘olvidado’ pensar, mirar, planificar y hasta soñar a lo grande. Difícilmente vas a atraer a socios inversores, a los grandes patrocinadores, si eres tú quien no terminas de creer en la grandeza de tu propuesta (el ejemplo de la candidatura para la Ryder 2022 es bestial en este sentido). Difícilmente te ganarás la atención de los grandes medios si no te empeñas en explicarles que los sotograndes y los guadiaros pueden y deben ir de la mano. Si no entiendes que, cuando de cultura se habla, la siembra y la cosecha no son cuestión de temporada, sino de lustros y décadas.

Nadie dice que la labor de una Federación como la de golf en España sea sencilla. Más bien es al contrario. Por desgracia para la RFEG, le pedimos que esté pendiente de las pequeñas cosas y, además, que piense y planifique a lo grande. Pero la demanda es legítima porque dispone de los recursos suficientes, como mínimo para arrancar y encauzar. Y tampoco olvidemos que el dinero no lo es todo: la actitud, la intención y las ideas claras mueven montañas.