Si algo sabemos todos acerca de la evolución de Francesco Molinari es que se ha basado en una rocosa e innegociable disciplina de trabajo. Después, como él mismo ha explicado en los últimos meses, además hay que acertar con el equipo que te rodea, con el método y los pasos que se van dando y además hay que asumir que las piezas no encajan de la misma manera y al mismo tiempo para todo el mundo.
Es la hora de Francesco Molinari en el Masters
Dicho lo cual, nos vamos a la pregunta, o a las preguntas, del millón. ¿Cuál es la clave fundamental, la piedra angular sobre la que se ha apoyado la mejora como jugador que ha estallado durante el último año? ¿Son esas diez yardas que ha ganado de distancia desde el tee sin perder precisión? ¿O es más bien la mejora de su juego alrededor de green y, sobre todo, con el putter en las manos? Veamos qué piensa al respecto el propio jugador…
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Ayer, después de alcanzar el liderato en solitario del Masters, le preguntaban al italiano cuál era la diferencia principal que veía entre el Molinari que cayó por 4 y 3 ante Tiger Woods en los individuales de la Ryder de 2010, en Celtic Manor, y el de ahora. De entrada, Francesco comenzó a desarrollar la respuesta lógica: que si había trabajado mucho en estos nueve años, que si ahora tenía más experiencia, que si habían sido muchas y pequeñas mejoras en diferentes parcelas a lo largo de los años… En fin, el relato lógico y la pura verdad. La gracia del asunto es que, cuando el periodista quiso que concretara más, que eligiera una clave que explicase definitivamente en qué era ahora mejor que entonces, el italiano no dudó demasiado en contestar: “la mentalidad, probablemente la mentalidad es la diferencia más grande”.
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Surgen entonces otras preguntas. ¿Significa ello que Molinari concede más valor, o un valor decisivo al trabajo que está realizando con Dave Alred, su coach mental, cuyo método busca a grandes trazos el desarrollo de una mentalidad a prueba de bomba, sobre todo bajo presión? Ni por asomo. De hecho, ayer mismo, ante los mismos periodistas, dejaba muy claro que el hombre que más influencia ha tenido en su carrera deportiva ha sido Denis Pugh, su entrenador desde hace mucho tiempo. La cuestión es que Molinari entiende que no hay gurú que triunfe solo y que cada parcela debe acoplarse en armonía a la de al lado. A lo largo de los años ha sido el propio Pugh quien ha animado al italiano a mejorar junto a otros especialistas en diferentes parcelas (Phil Kenyon, por ejemplo, su entrenador de putt, o el mismo Alred), del mismo modo que su mánager, Gorka Guillén, y su caddie, Pello Iguarán, cumplen un papel determinado y de relevancia, en perfecta consonancia con el resto del equipo.
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Todo el trabajo, cada mejora técnica, cada ida y venida en la búsqueda a lo largo de los años, ha ido desarrollando en el jugador una mentalidad fuerte, granítica. Esta cualidad se nutre de los esfuerzos pacientes en el resto de parcelas y, es cierto, luego es pulida en el ‘laboratorio’ de Alred, un coach que sólo se pone a trabajar con tipos serios que saben lo que quieren y que no buscan atajos.
El secreto de Francesco Molinari es que no hay un solo secreto
El secreto de Molinari es que no hay un solo secreto. Pero si hubiese que definirlo de otra manera habría que concluir que el secreto de su éxito está en la armoniosa comunicación entre todos los miembros de su equipo. Francesco no transige con los celos ni las medallas colgadas a título individual.
