Inicio Blogs David Durán Momentos impagables a pie de campo (II)

Momentos impagables a pie de campo (II)

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Escenas muy concretas, momentos impagables de relativa trascendencia. En ocasiones, solo emocionantes, aunque su peso en la historia apenas alcance al de un grano de arena en el desierto (por otro lado, ¿cómo se pesan las emociones?). Viñetas de 2016 marcadas a fuego, la mayoría de las veces a pie de campo. O capítulos reveladores, como el primero de esta lista, que cobran todo el sentido cuando ya han sido macerados por el tiempo.

Nos vamos hasta el Open de España en Valderrama, donde el viento azotó de lo lindo y el ganador, Andrew Johnston, terminó por encima del par…

6. Recuerdo como si fuera ayer el rostro de Pablo Larrazábal al finalizar la última ronda. Después de 69 hoyos de dura lucha («jugar en Valderrama es como meterse en un ring con Tyson; puedes correr lo que quieras, pero al final te llevas el guantazo», había dicho el barcelonés tras la tercera vuelta) afrontaba los tres últimos hoyos con la opción de victoria al alcance de la mano, pues en ese momento estaba a un solo golpe del líder. Firmó un triple bogey en el 16, un quíntuple bogey en el 17 y bogey en el 18…

¿Y cómo era ese rostro? Ningún deporte como el golf retrata al mismo tiempo y con tanta nitidez la desesperación, el cabreo máximo y la resignación cristiana. Así era. No se puede explicar de otro modo. Yo, por si acaso, no me acerqué a hablar con él. No sé si hubo alguien que lo hiciera.

7. Seguimos en Valderrama. Al otro lado de las cuerdas también se sufre una burrada, claro. Alicia, la mujer de Gonzalo Fernández Castaño, caminaba el viernes alterada, pero tratando de mantener la compostura, por la esquina aquella de los hoyos 13, 14 y 15. Los bogeys iban cayendo mansamente y el corte comenzaba a complicarse … Cometo un error de principiante: decirle que pasará el corte sobrado, que el día está muy complicado para todos y que viene con margen de sobra, dando por hecho en realidad que hará el birdie en el 17, sólo porque es un par 5. Pero Gonzalo hace bogey en ese hoyo y se pone +7. Afortunadamente, acabarían entrando hasta los +9, pero nunca se deja de aprender: en el campo, al otro lado de las cuerdas, no hay ninguna necesidad de pasarse de listo.

8. Pep Anglés no parece un jugador español al uso. Mucho menos si estamos hablando de alguien con veintipocos años… Esta es la conclusión fundamental que saqué del Challenge de Madrid en esa joyita que es La Herrería. Porque yo no había tenido ocasión de ver al catalán a pie de campo y era, desde luego, uno de mis objetivos en la cita. No es sencillo pillarlo en un renuncio manifiesto de concentración. Ojo, que tampoco está mal desfogarse cuando se falla un tiro, faltaría más. De hecho, hay jugadores que lo necesitan como el beber. Pero sigo pensando que, en líneas generales, mejor te va cuanto más atado tienes al animal.  Anglés tiene por ahí mucho camino andado.

9. En algún hotel en el extrarradio del extrarradio de Pittsburgh. Espero a Alejandro Rodríguez junto al coche. 5,30 de la mañana, o algo así. Comienza la jornada. Hay que ir hasta nuestro parking, el de periodistas, cuarenta minutos si no nos perdemos (atención al dato: cada día que pasa nos perdemos menos), y desde allí rumbo a Oakmont en bus, otro cuarto de hora, así que los madrugones son imprescindibles. Coincido con un señor de apariencia habitual por estos lugares y en estas fechas: unas nike, bermudas y camisa hortera. Yo estoy pelado de frío, él no. Enseguida repara en mi acreditación del US Open colgada del cuello y, sin anestesia, se planta delante de mí y se arranca con un encendido discurso. Me dice que le parece una vergüenza que se organicen eventos millonarios como el US Open tal y como están las cosas en Estados Unidos. Me lo dice de muchas maneras y yo sólo sonrío desde el momento en el que intuyo que agredirme, no me va a agredir. Y eso que no le gusta nada mi sonrisa. Finalmente acierto a explicarle que yo he venido desde España sólo para ver el US Open y que los dueños del hotel, este en cuyas puertas andamos de charla a las tantas, deben estar encantados de hacer negocio conmigo…

Al final todavía llego a entender que sí hombre, que sí, que él está allí con su hermano por lo mismo. Por el US Open. Un guantazo de purita coherencia. Pero no le demos vueltas: yo salía del hotel y él entraba…