Inicio Blogs David Durán Olazábal y McIlroy se saludan en un putting green…

Olazábal y McIlroy se saludan en un putting green…

Compartir

Putting green del Emirates Golf Club un día de prácticas cualquiera antes del inicio del Dubai Desert Classic de este año, 2015. Las grandes estrellas presentes en el torneo han sido citadas allí para hacerse unas fotos posando con un pañolón rosa que cada cual (McIlroy, Stenson, Sergio, Kaymer, McDowell, Westwood…) se pone como puede. El lema de la semana es la lucha contra el cáncer, tan definida por ese color, y por eso el viernes la gran mayoría de jugadores vestirán también alguna prenda rosa durante la vuelta de competición.

Mientras posan ante las cámaras, en la zona del putting green que no está siendo ocupada, siguen trabajando unos cuantos como si tal cosa. Dale que te pego al putt. Uno de ellos es José María Olazábal

Ha finalizado la sesión de fotos y los retratados van enfilando poco a poco hacia el tee del 10, por donde irán saliendo algunas partidas de exhibición. McIlroy atraviesa el putting green de una punta a otra saludando a unos, atendiendo a otros, y pasa junto a Chema sin reparar en él, sencillamente porque no lo ha visto. El vasco, dándose perfecta cuenta del despiste, le dice algo a su espalda con mucha guasa y cuya traducción coloquial aproximada sería una cosa así: «vale, vale, Rory, muy bien». El norirlandés, que reconoce la voz, se da la vuelta y, azorado, le dice que no le había visto y lo saluda efusivamente. Allí se quedan charlando un minuto, quizá dos. Entre otras cosas, McIlroy bromea con Chema al comprobar que el polo que lleva puesto el Capitán está completamente empapado en sudor.  

Es moneda corriente que Chema y Rory puedan saludarse y charlar en un putting green, o que el polo de Olazábal ande empapado tras una larga jornada de entrenamiento.

Lo que llama un poco más la atención es que McIlroy casi sintiera de forma espontánea la necesidad de disculparse, azorado, por no haberse parado a saludarlo. Una interpretación, la mía: si en aquel lugar había una persona a la que en ningún caso quería hacer un feo, aunque fuera de forma involuntaria (como era el caso), era desde luego José María Olazábal.

Respeto profundo nacido de la admiración y que va más allá de la diferencia de edad, de las canas, del palmarés, y de haber vivido juntos una experiencia indeleble como la de Medinah, aunque todo cuente.

Tiene algo que ver también, sospecho, con la honestidad a chorros de Olazábal y ese obstinado amor por el golf.

(Así que nunca están de más semanas como la de Marruecos, aunque parezca que a él no le hagan falta para seguir y seguir y seguir).