Faltan 935 días
Este año y esta semana se cumple la décima edición del Alfred Dunhill en su sede de Leopard Creek (antes se disputaba en otro campo). Tiene embrujo este escenario situado en el Parque Nacional Kruger. Y pasan cosas muy raras…
Y no se trata del encuentro anual con Harry, el hipopótamo que se esparce a sus anchas en el hoyo 16, o con los cocodrilos que se asoman amenazantes en las charcas de los hoyos 5 y 7. No es algo habitual, pero al fin y al cabo ya forman parte del variopinto paisaje del circuito europeo.
El torneo, decíamos, se ha jugado nueve veces en Leopard Creek. Cinco victorias sudafricanas, tres españolas y una inglesa. Esto, por ejemplo, es raro, nos pongamos como nos pongamos. El inglés Bickerton, por cierto, ganó en 2008, pero fue porque Ernie Els, que llegaba el domingo al 18 como líder destacado, casi de paseo, tiró dos bolas al agua… (Esto también es rarito).
Charl Schwartzel llega como favorito, a pesar del fiasco de la semana pasada. Es lógico. Ha ganado allí dos veces (2005 y 2013) y es uno de los campos que más le gustan del mundo. Pero no les extrañe si lo primero que ha hecho es preguntar en la oficina del torneo por los jugadores españoles que están presentes esta semana allí…
El año que ganó Álvaro Quirós (2007) él quedó segundo.
El primer año que ganó Pablo Martín (2010) él quedó segundo.
Y ¿adivinan en qué puesto quedó el bueno de Charl cuando Pablo Martín ganó por segunda vez consecutiva en 2011? Han acertado: fue segundo.
Raro, ¿no? En 2005, además, cuando ganó por primera vez, sólo había un español en el field, Francis Valera. Y cuando ganó el año pasado lo hizo con una ventaja de doce golpes sobre el segundo clasificado, no fuera a ser que un españolito tuviera la semana de cara…
En Malelane, cuando cae el sol, a veces se cuenta una leyenda ante el crepitar de una hoguera cualquiera: trata de un leopardo que se acerca a beber sigiloso a un recóndito codo de un río y musita en perfecto castellano mientras bebe: «ohú, niño, la cosa con los antílopes está mu mala».
