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Tiger: que sea una fiesta

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Tiger Woods, en la Ryder Cup de 2016. © Golffile
Tiger Woods, en la Ryder Cup de 2016. © Golffile

Si algo quiere evitar Tiger Woods es volver a pasar por la experiencia de verse firmando un setenta y muchos, o algún ochenta y algo, como le ocurriera en los primeros meses de 2015. Mil veces se arrepintió de haber precipitado su regreso sin las horas de entrenamiento necesarias, o sin la salud necesaria que le permitiera acumular esas horas de entrenamiento. Seguro que no hay nadie más exigente que él a la hora de colocar el listón, y desde luego nadie puede comprender el nivel de presión que alguien como él llega a soportar. El peso de su historial y su leyenda es bárbaro. Un filazo al borde del green y aparentemente se pueden tambalear los cimientos del golf…

Sólo aparentemente. Porque, como casi siempre, existe un ángulo mucho más positivo desde el que enfocar las cosas. Aquel mismo año 2015, después de algunas dudas, aderezadas además con evidentes y recurrentes molestias físicas, su juego y sus resultados fueron saliendo adelante, hasta el punto que en aquel Wyndham de agosto de 2015 se vio a un Woods perfectamente competitivo y brillante, aunque no ganara. No se metió en los play offs de la Fedex Cup, pero en los días posteriores, mientras se entrenaba, se sintió capaz de nuevo de sumar un buen puñado de triunfos que dedicar a sus hijos, más crecidos y conscientes. Después, por desgracia, vendría la recaída y una larga ausencia que dura hasta hoy.

Por supuesto que siempre se puede afinar más una puesta a punto en los entrenamientos, pero nada tiene que ver con la competición. Es ella quien da y quien quita, o mejor dicho, es ella quien pone las cosas en su sitio. Y fue ella también, aunque fuera poquito a poco, la que nos fue mostrando una versión cada vez más consistente de Tiger Woods en aquellos difíciles meses de 2015.

Si todo el trabajo marchaba más o menos por donde debía, y así parecía hasta el mismo viernes pasado (así lo habían confirmado también quienes le habían visto entrenar), Tiger bien podría haberse tomado su propio regreso como un reto a medio y largo plazo. Son mayoría quienes se tomarán su simple presencia como motivo de celebración, como una fiesta. Si hay alguien que ya no tiene nada que demostrar en un campo de golf, ese es él. Y es por ahí por donde Woods puede pinchar el globo de la presión y la vulnerabilidad.